LA EXPERIENCIA Y OPORTUNIDAD DADA A UN TRABAJADOR DE INVAP

Muchas veces escuchamos y dejamos pasar historias personales de barilochenses que se han abierto paso en el mundo por su trabajo y éste es el caso de Jorge Nahuelpan, trabajando hoy en los EE.UU en una especialidad inicialmente desarrollada en nuestro medio tras su ingreso a Invap.-
– BD: Qué significó INVAP en tus posibilidades de desarrollo personal?
– JN: INVAP fue absolutamente central en mi desarrollo profesional y personal. Fue el lugar donde entendí que el trabajo técnico, cuando se hace con rigor y responsabilidad, puede tener impacto real a nivel país y a nivel internacional.
En INVAP no solo aprendí a integrar hardware espacial, sino también a trabajar con estándares extremadamente altos, donde cada decisión tiene consecuencias porque lo que se construye no se puede reparar una vez en órbita.
Además, INVAP me permitió crecer dentro de proyectos complejos y de largo plazo, asumir responsabilidades crecientes y especializarme en un área muy específica: la integración mecánica y la alineación de sistemas de alta precisión. Para mí fue una escuela técnica y humana, y el punto de partida de una carrera que luego se proyectó hacia programas espaciales internacionales.
– BD: ¿Qué significó la posibilidad de acceder a desarrollos del “primer mundo” en tu trabajo?
– JN: Acceder a desarrollos de primer nivel significó, en primer lugar, confirmar que el nivel técnico que se alcanza en Argentina, especialmente en el sector satelital, es plenamente comparable con el de las principales agencias y empresas del mundo.
En proyectos como SAC-D/Aquarius, ARSAT o SAOCOM, trabajamos con los mismos estándares, procedimientos y exigencias que se utilizan en NASA, ESA o grandes integradores europeos. Esa base fue la que me permitió integrarme luego a desarrollos de frontera en Estados Unidos.
Actualmente trabajo en Skyloom, una empresa enfocada en el desarrollo de terminales de comunicación láser para satélites, donde se aplican procesos y metodologías propias de los programas espaciales más avanzados. En ese entorno confirmé que la formación técnica y la experiencia adquirida en los programas satelitales argentinos no solo son válidas, sino altamente valoradas.
Trabajar en este tipo de desarrollos también implica una exposición constante a nuevas tecnologías, herramientas y formas de organización, en equipos internacionales y multidisciplinarios. Esa combinación entre la experiencia previa y el acceso a tecnologías de punta amplió mi mirada profesional y reforzó la idea de que el conocimiento técnico construido en el país puede proyectarse sin problemas en contextos globales.
– BD: ¿Costó aclimatarse, incluso socialmente, como extranjero en Estados Unidos?
– JN: Sí, fue un proceso de adaptación que involucró tanto lo profesional como lo personal. Cada país tiene su forma de trabajar, de comunicarse y de relacionarse, y al principio es inevitable atravesar una etapa de ajuste.
En el ámbito laboral, el lenguaje técnico y la dinámica de los equipos de ingeniería fueron un punto de apoyo importante, porque ese tipo de trabajo tiene códigos bastante universales y facilita la integración.
Fuera del trabajo, la adaptación también se dio en el día a día. Hay diferencias claras en las costumbres, como los horarios de comida o la forma de vincularse socialmente. La gente en Estados Unidos es muy cordial y respetuosa, pero también más distante: es raro tener conflictos en la vía pública, pero también lleva más tiempo construir relaciones cercanas, como que alguien te invite a su casa. Son códigos distintos que uno va aprendiendo con el tiempo.
También fue parte del proceso comprender cómo se viven fechas importantes como el Día de Acción de Gracias, la Navidad o Pascua, que tienen un peso cultural muy fuerte y se celebran de manera diferente. En ese contexto, buscar espacios de pertenencia fue clave.
Volví a jugar al rugby en el Boulder Rugby Club y ahí encontré algo muy familiar: la camaradería del deporte, que es la misma en cualquier lugar del mundo y funciona como un idioma común. Con el tiempo, esa combinación entre el trabajo técnico, la vida cotidiana y los espacios sociales permitió que la integración se diera de manera natural.
Hoy siento que pude adaptarme al entorno profesional y social sin perder mi identidad ni mi formación de origen, incorporando nuevas experiencias y ampliando mi mirada personal y profesional.
– BD: ¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
– JN: En Skyloom, trabajamos en el desarrollo e integración de terminales de comunicación láser para satélites, una tecnología clave para la próxima generación de sistemas espaciales. Mi rol está enfocado en la integración mecánica de estos equipos de alta precisión, que requieren tolerancias extremadamente ajustadas y un control riguroso en cada etapa del proceso.
Se trata de terminales ópticas diseñadas para operar en el entorno espacial, donde no existe posibilidad de corrección una vez en órbita. Por eso, gran parte de mi trabajo consiste en asegurar que cada conjunto mecánico, óptico y estructural quede correctamente integrado, alineado y preparado para soportar las condiciones de lanzamiento y operación en el espacio.
En el último lanzamiento, 42 de estas terminales fueron puestas en órbita y actualmente se encuentran operativas. Haber participado en su integración y verlas funcionar correctamente en el espacio es una confirmación muy concreta del impacto de este tipo de trabajo. Además, una segunda tanda será lanzada en los próximos meses, como parte de la expansión del sistema.
Este proyecto representa una continuidad natural de mi experiencia previa en programas satelitales desarrollados en Argentina, pero aplicada a una tecnología emergente como las comunicaciones láser, que está marcando el rumbo de las futuras arquitecturas espaciales.
– BD: ¿Cual sería el balance de un trabajador argentino que tuvo esta oportunidad? – JN: Vengo de un recorrido profundamente ligado al desarrollo satelital argentino, y esa experiencia sigue siendo el núcleo de mi trabajo actual. Haber comenzado en programas espaciales desarrollados en el país y hoy estar participando en proyectos de tecnología de frontera es parte de una misma construcción, sostenida en el tiempo por el trabajo técnico, la responsabilidad y el aprendizaje constante.
Más allá de los distintos contextos, siempre me guié por los mismos valores: compromiso, precisión y respeto por el trabajo que implica desarrollar hardware que debe funcionar sin margen de error. Mirando hacia adelante, mi objetivo es seguir aportando desde ese lugar, participando en proyectos espaciales con impacto real y desafíos tecnológicos cada vez mayores.









