LOS PERROS DE CHERNOBIL «YA NO SON PERROS» SEGÚN UN ESTUDIO. SON CASI INMUNES AL CÁNCER

El desastre nuclear de Chernóbil en 1986 transformó radicalmente el paisaje ecológico de la región. La explosión del reactor 4 liberó grandes cantidades de cesio-137, yodo-131 y otros radionúclidos, contaminando más de 2.600 kilómetros cuadrados y forzando la evacuación de decenas de miles de personas.
En este entorno hostil, la fauna silvestre sufrió un drástico descenso, aunque con el tiempo algunas especies, como los lobos y los perros, lograron sobrevivir y expandirse. Los perros que actualmente deambulan por la zona descienden en su mayoría de mascotas abandonadas durante la evacuación, y su historia genética ha permanecido en gran parte desconocida hasta ahora.
En la zona de exclusión nuclear de Chernóbil, un grupo de perros ha desarrollado una estructura genética única, resultado de la adaptación a condiciones extremas y al aislamiento, más que de mutaciones directas provocadas por la radiación.
Un reciente estudio científico internacional publicado en Science Advance, ha analizado la genética de más de 300 perros que habitan en los alrededores de la central nuclear y en ciudades cercanas, revelando que estos animales han experimentado una rápida adaptación genética impulsada por la selección natural y el aislamiento poblacional.
El análisis genético, realizado mediante arrays de polimorfismos de nucleótido único (SNP), permitió identificar tres poblaciones independientes y genéticamente diferenciadas.
Los resultados muestran que los perros de la central nuclear presentan una mayor similitud genética interna y menor diversidad, lo que sugiere un efecto fundador o cuellos de botella poblacionales tras el desastre. En contraste, los perros de la ciudad de Chernóbil exhiben la mayor diversidad genética, lo que indica una población más mezclada y menos endogámica.
El estudio de la estructura familiar reveló la existencia de 15 familias, con la mayor de ellas abarcando individuos de todas las localidades analizadas. La comparación con perros de raza y de cría libre de otras regiones demostró que los perros de Chernóbil son genéticamente distintos, aunque comparten ascendencia con razas de pastores alemanes y de Europa del Este, así como con bóxers y rottweilers en la ciudad.
Uno de los aspectos más destacados del estudio es que, pese a la exposición constante a niveles elevados de radiación (más de seis veces la cantidad máxima permitida para trabajadores humanos), los cambios genéticos observados en estos perros no corresponden a mutaciones típicas inducidas por material radiactivo.
En su lugar, los científicos identificaron diferencias en más de 390 regiones del genoma, incluidas algunas relacionadas con la reparación del ADN, pero atribuyen estas variaciones a la selección natural y al aislamiento poblacional.
Los perros que sobrevivieron al desastre y sus descendientes heredaron rasgos que les otorgaron ventajas adaptativas, facilitando su reproducción y expansión en un entorno hostil. Este fenómeno de evolución acelerada no se limita a los perros. Investigaciones previas con lobos de la zona, lideradas por la bióloga Cara Love, han mostrado que estos animales también han desarrollado una resistencia aumentada al cáncer, probablemente como resultado de procesos similares de selección natural.