SE DESPIDIÓ A BENEDICTO XVI EN EL VATICANO
Por primera vez en tiempos modernos, un papa ha presidido el funeral de otro papa emérito. El mundo ha despedido este jueves en la plaza de San Pedro del Vaticano a Benedicto XVI en una ceremonia inédita y multitudinaria, muy similar a las exequias de un papa reinante, aunque con diferencias pequeñas pero simbólicas.
Poco antes de las 09:00 de la mañana, entre la niebla que cubría la imponente plaza barroca diseñada por Bernini, el féretro de ciprés en el que descansa Benedicto ha salido por la «Puerta de la Muerte» de la Basílica de San Pedro, donde se instaló durante tres días su capilla ardiente, a hombros de doce gentilhombres y entre el sonido de las campanas que tocaban a muerto. Desde ahí, su cuerpo se ha situado en el atrio de la plaza, ante las más de 50.000 personas que se han congregado allí para dar su último adiós a Joseph Ratzinger, menos de lo que esperaban originalmente las autoridades vaticanas.
En silla de ruedas ha llegado algo más tarde el papa Francisco, que ha dado comienzo antes de las 09:30 a una ceremonia sobria y solemne, como el mismo Benedicto había pedido, ante 120 cardenales, 400 obispos y 4.000 sacerdotes, que han escuchado la homilía en un silencio sepulcral.
Francisco despide a Benedicto: «Que tu gozo sea perfecto»
«Estamos aquí, con el perfume de la gratitud y el ungüento de la esperanza, para demostrarle una vez más el amor que no se pierde, y queremos hacerlo con la misma unción, sabiduría, delicadeza y entrega que él supo esparcir a lo largo de los años», ha pronunciado Francisco en el tramo final de la homilía, en el que se ha referido directamente a su antecesor.
«Queremos decir juntos: Padre, en tus manos encomendamos su espíritu. Benedicto, fiel amigo del esposo, que tu gozo sea perfecto al oír definitivamente para siempre su voz», ha culminado el pontífice.
Los dos papas, en una situación nunca vista antes en la Iglesia, han convivido en los últimos diez años en el Vaticano, donde decidió residir Benedicto tras su renuncia en 2013, y ambos han mantenido una relación cordial a pesar de las tensiones y la polarización que ha sufrido el catolicismo en estos años.
Un funeral papal, pero no de Estado
El de Joseph Ratzinger no es un funeral de Estado, ya que no ejercía como sumo pontífice en el momento de su muerte, y por tanto no era jefe de Estado del Vaticano. Por ello, solo han estado presentes en la ceremonia dos delegaciones oficiales: la de Italia y la de Alemania, su país de origen, aunque a Roma han acudido decenas de representantes de países de todo el mundo a título personal.
También lo han hecho líderes de otras ramas del cristianismo y miles de fieles, con una gran presencia de banderas de Baviera, la región germana donde nació Benedicto. El funeral ha tenido menor afluencia que el último sepelio papal celebrado, el Juan Pablo II, en 2005, cuando cerca de un millón de personas acudió a Roma a dar su último adiós al carismático pontífice polaco, y 200.000 se concetraron en los alrededores de la plaza. Como en aquel momento, se han vuelto a ver pancartas con el texto «Santo subito», que reclaman la canonización inmediata del papa fallecido.
Otra de las diferencias con los funerales de Estado papales es que no se han decretado los nueve días de luto que marca el protocolo vaticano cuando fallece un papa reinante, establecidos para que los cardenales de la curia puedan tener tiempo ante el cónclave para elegir a un nuevo papa.
A las 10:40, el cardenal decano del Colegio Cardenalicio, Giovanni Battista Re, quien ha oficiado el funeral, ha esparcido agua bendita encima del sobrio féretro de Benedicto XVI. Acto seguido, Francisco ha pronunciado su última intervención: «Padre clementísimo, encomendamos en tu misericordia al papa emérito, a quien hiciste sucesor de Pedro y pastor de la Iglesia, intrépido predicador de tu palabra y fiel ministro de los misterios divinos».
Los doce sediarios vaticanos, cuya misión tradicionalmente era acarrear el trono papal, han comenzado a trasladar en ese momento el ataúd de Benedicto. Antes de entrar de vuelta a la basílica, se ha vivido uno de los momentos más emocionantes del funeral, cuando Francisco ha posado su mano sobre el ataúd durante apenas unos segundos.
Entre un fuerte aplauso por parte de los 60.000 fieles que seguían el acto en la plaza, los sediarios han atravesado de nuevo la «Puerta de la Muerte» y han trasladado el féretro al interior de las grutas vaticana. Allí, en la pequeña capilla de la cripta subterránea, en la misma tumba en la que estuvo su admirado Juan Pablo II antes de ser beatificado, descansará el papa emérito. Lo hará en una tumba discreta a ras de suelo, con pocos ornamentos, acorde a la simplicidad que marcó su breve pero intenso papado.