EL SILENCIO DEL CÓNCLAVE Y LA SANCIÓN POR ROMPERLO

El secreto del cónclave prohíbe revelar cualquier detalle de la elección papal. Su violación conlleva la excomunión automática. La elección del nuevo Papa ocurrirá el 7 de mayo de 2025. Pero antes de votar, todos los involucrados deben prometer silencio absoluto en el cónclave, de lo contrario, tendrían una sanción fatal.
El voto de silencio del cónclave y la sanción ejemplar: una norma que protege la elección papal. El Secreto del cónclave es extremo, que contiene silencio digital, caso contrario tendrán una sanción ejemplar: la excomunión automática. Son parte del riguroso protocolo que el Vaticano activa en cada elección papal.
Esta tradición milenaria tiene un objetivo claro: evitar filtraciones y proteger la libertad de los cardenales al elegir al nuevo líder de la Iglesia Católica.
El secreto comienza con un juramento solemne que se realiza días antes del cónclave. No solo los 133 cardenales electores lo suscriben; también lo hacen médicos, cocineros, guardias suizos, ascensoristas, técnicos y personal de limpieza. Todos firman en la Capilla Paulina un texto que exige “guardar absoluto y perpetuo silencio” sobre lo que ocurra antes, durante y después de las votaciones.
Un protocolo sellado y su sanción por violarlo
Las reglas son claras y severas. Quien revele cualquier aspecto del proceso, desde detalles de los votos hasta conversaciones privadas, queda excomulgado automáticamente, según la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis y las reformas introducidas por Benedicto XVI.
“Prometo y juro que observaré secreto absoluto y perpetuo (…) con todos los que no formen parte del colegio de cardenales electores”, establece el texto del juramento. Además, se prohíbe expresamente el uso de “cualquier equipo de grabación de audio o video”.
Silencio digital y vigilancia permanente
Durante el cónclave, el Vaticano se aísla del mundo exterior. Todos los dispositivos electrónicos quedan confiscados: celulares, tablets, relojes inteligentes, laptops y radios. La Capilla Sixtina se convierte en un búnker sin señal. Paneles insonorizados, inhibidores de frecuencia y personal técnico supervisan que no haya micrófonos ocultos.
La Guardia Suiza, junto con la Gendarmería vaticana, mantiene la custodia. Las ventanas son selladas, los accesos bloqueados con plomo y el perímetro está bajo vigilancia continua.
Una tradición en la elección papal que resiste al tiempo (y a la tecnología)
Desde 1274, el secreto del cónclave es una norma sagrada. Pero el avance de la tecnología obligó al Vaticano a reforzar medidas desde 2005.
El aislamiento digital se consolidó con los cónclaves que eligieron a Benedicto XVI y a Francisco. Este 2025, las sanciones por romper el silencio siguen tan firmes como el mármol de la Sixtina.
(EL COMERCIO. https://www.elcomercio.com/actualidad/mundo/silencio-conclave-sancion-romperlo.html)