BARILOCHE Y LAS GARRAS DEL TURISMO EXTRACTIVISTA (Quinta y última parte)

Siempre sostuvimos que los grandes enemigos del Parque y la ciudad, son los arquitectos y sus serviles cómplices en los emprendimientos (incluidos funcionarios), que detrás del dinero destruyen el bosque, no respetan ordenanzas de construcción y luego pagan multas, en fin, sólo les interesan sus bolsillos ni siquiera familias o legado a sus hijos y de allí nos parece muy importante dar a conocer esta nota en su quinta y última parte:
Una «ciudad turística» y un reservorio gigante de agua en zona de falla del Cerro Catedral
En el Cerro Catedral, uno de los centros de esquí más emblemáticos de Sudamérica, se proyecta una nueva y expansiva «villa turística», acompañada por la ya construida megaobra de un reservorio de agua con una capacidad de 130.000 metros cúbicos. Su propósito es alimentar un masivo sistema de fabricación de nieve artificial, compuesto por 40 cañones de última generación, diseñado para asegurar una temporada de esquí más extensa y fiable, independientemente de las nevadas naturales.
Las implicaciones ambientales de un reservorio de tal magnitud y de las operaciones extensivas de fabricación de nieve son considerables. Estas incluyen la extracción de agua de fuentes naturales, como el Arroyo Cascada, y la progresiva industrialización de un paisaje de alta montaña.
Dicho proyecto subraya la importancia vital de estas cuencas altas para la provisión de agua potable y la estabilidad de las laderas, alertando que las actividades humanas en Catedral durante los últimos 65 años ya han impactado el sistema hidrológico y acelerado el deterioro ambiental con consecuencias negativas para las comunidades cuenca abajo.
Una preocupación central, señalada con insistencia, es la ubicación del reservorio en una «zona de peligrosidad sísmica». Un análisis crítico de la Disposición 33-sadu-22, documento que aprueba el Estudio de Impacto Ambiental (EIA) del reservorio, revela detalles sobre las condiciones impuestas por el Departamento Provincial de Aguas (DPA) relativas a la toma de agua, caudales, etc.
Sin embargo, en el texto de dicha disposición no se encuentra mención explícita a una evaluación de riesgo sísmico como componente del EIA o como condición para su aprobación. Esta omisión constituye una fuente de peligro de deslave para la seguridad de las poblaciones aguas abajo.
Por otra parte, la masiva inversión en fabricación de nieve es una respuesta directa a la tendencia creciente de sequía para la región y a la amenaza que el cambio climático representa para la industria del esquí local. No obstante, cabe preguntarse si se trata de una adaptación sostenible o si podría constituir una forma de maladaptación, al generar nuevas y significativas cargas ambientales (demanda de agua, consumo energético para la fabricación de nieve, alteración del paisaje) y, potencialmente, nuevos riesgos futuros debido a la falta de agua o la preocupación sísmica señalada.
De esta manera, la «solución» a un problema (falta de nieve) podría crear o exacerbar otros, convirtiéndola en una estrategia mal-adaptativa. Según los datos recopilados por la Mesa Nacional de Monitoreo de Sequías del Ministerio de Economía (Noviembre 2025), la Patagonia lleva 41 meses de sequía leve a moderada. Sin ir más lejos, esta temporada invernal las precipitaciones acumuladas han estado casi un 50% por debajo de la media anual (según los datos del SMN
Sin embargo, este mismo invierno se festejó en diversos medios de comunicación y grupos empresarios el “normal” desempeño de la actividad en el cerro Catedral.
Según lo informado en el EIA del proyecto, el reservorio sería de unos 130.000 m3 y se estimaba extraer un caudal de aproximadamente 200.000 m3 por año del arroyo Cascada para mantener en todo momento un caudal ecológico, de 200 litros por segundo.
En el mismo documento se estiman necesarios unos 46.900 m3 de agua para garantizar la cobertura de nieve en todas las pistas en una campaña de innivación. Por lo que, para garantizar las mejores condiciones de nieve durante una temporada completa de esquí, serían necesarias un promedio de 2,5 campañas en caso de escasas nevadas.
Esto significa que es necesario un volumen total de agua acumulada de 117.000 m3. Esto quiere decir que, el mencionado reservorio se preveía para cubrir de nieve durante toda una temporada hasta 3 veces la cobertura de la montaña. El 17 de julio, en una nota del diario cordillerano titulada “Catedral asegura el esquí en Bariloche pese a la falta de precipitaciones” publica que: “En lo que va de la presente temporada invernal, el complejo ya produjo 99.000 m³ de nieve artificial -más del 90% del volumen previsto para toda la temporada”.
¿Si la temporada de esquí finalizó el 29 de septiembre con más de 90 días “ininterrumpidos de esquí y snowboard gracias al sistema de fabricación de nieve técnica de última generación” y las precipitaciones no mejoraron en el transcurso de la temporada, de donde se sacó el agua para sostener la temporada de esquí los siguientes 71 días restantes?
Rescatar a Bariloche de sí mismo
El análisis de los diversos proyectos inmobiliarios y turísticos en San Carlos de Bariloche revela un patrón preocupante: un modelo de desarrollo que sistemáticamente subvalora el entorno natural y el bienestar de la comunidad en aras de un beneficio económico cortoplacista para un grupo minoritario. Este modelo parece facilitado por lagunas regulatorias, una aplicación laxa de las normativas existentes y una inversión pública que a menudo se alinea con los intereses privados en detrimento de las necesidades colectivas.
El futuro de Bariloche, su identidad como joya natural y patrimonial de la Patagonia, así como la calidad de vida de sus habitantes dependen de una reorientación fundamental de su modelo de desarrollo. Es imperativo transitar hacia un urbanismo que sea ecológicamente sostenible, socialmente equitativo y genuinamente participativo.
Estamos a las puertas de un verano acuciado por la sequía imperante, con desarrollos urbanos en áreas de interfaz de difícil acceso y, entre otras cosas, hemos utilizado el agua para garantizar el “normal” desempeño de una empresa que paga el canon anual al Municipio en tan solo dos días de temporada.
Bariloche se encuentra en una encrucijada. Su futuro depende de la capacidad de su comunidad para proteger los mismos bienes comunes naturales que la hacen única. La inacción o la continuación del actual modelo de desarrollo conducirán a la degradación irreversible de su patrimonio natural y a una disminución de la calidad de vida de sus habitantes, convirtiendo un «paraíso» en una lamentable advertencia sobre las consecuencias de un turismo bajo la lógica extractivista de ganancias rápidas y externalización de costes sociales y ambientales. (La Izquierda Diario)









