CARTA ABIERTA A LA GOBERNADORA Y AUTORIDADES DEL PODER JUDICIAL

Los miembros del Equipo de Pastoral Social de la diócesis de San Carlos de Bariloche «nos dirigimos a la señora Gobernadora y a las autoridades del Poder Judicial de Río Negro con el propósito de expresar nuestra PREOCUPACIÓN por el estado de la unidad penitenciaria de esta ciudad, el Establecimiento de Ejecución Penal nro. 3, el cual es hoy un buen ejemplo de desprecio sobre la vida humana.-
La situación de encierro que vive aquella persona que ha cometido un delito -así se trate de un hecho aberrante- se debe cuidar para promover su dignidad, para que descubra el valor de una vida honesta y responsable, y darle la posibilidad de concretarla.
Lamentablemente, gran parte de nuestra sociedad considera que la privación de la libertad debe ser humillante y dolorosa, más asociada a una venganza que a una reparación del daño cometido. “Qué se pudra en la cárcel” suele escucharse y leerse, pero la experiencia demuestra que ese primer impulso de buscar justicia a través de la violencia no repara la angustia de la víctima; al contrario, en muchos casos la fortalece y la extiende en el tiempo.
El artículo 23 de nuestra Constitución provincial expresa claramente: “…Las cárceles tienen por objeto la seguridad pública y no la mortificación de los internados; son sanas y limpias y constituyen centros de enseñanza, readaptación y trabajo. La reglamentación permite visitas privadas con el fin de no alterar el mundo afectivo y familiar, y ayudar a la recuperación integral del detenido. Todo rigor innecesario hace responsables a quienes lo autorizan, aplican, consienten o no lo denuncian.”
Como cristianos, cuando Jesús nos pregunta en el Evangelio si dimos de comer, de beber, o si vestimos la desnudez de nuestros hermanos más necesitados (Mateo 25), entendemos que clama por necesidades básicas impostergables.
Pero también nos consulta si visitamos a quienes están en la cárcel, porque no podemos abandonarlos bajo la excusa del castigo que merecen; al contrario, su recuperación depende en gran parte del cuidado que les brindemos como comunidad que aprendió que la paz nunca surge de la violencia, la revancha, el rencor o la humillación.
Nuestra posición no es ingenua; guardamos la experiencia de un sinnúmero de historias personales donde se logró la recuperación cuando el acompañamiento fue concreto, respetuoso y paciente, aún frente a conductas destructivas.
Esperamos y confiamos en que esta reflexión lleve a las autoridades de Río Negro, con una sensibilidad humanista y no pendiente de la presión pública, a buscar de forma urgente una solución eficaz y duradera a esta negligencia en el ámbito penitenciario. Desde ya, muchas gracias por recibir y leer este mensaje» concluyen. (Equipo de Pastoral Social Diócesis de S. C. de Bariloche)