DIA MUNDIAL DEL ACV: LA IMPORTANCIA DE TRABAJAR EN LA REHABILITACIÓN
Nota de opinión de José Maria Oribe (*): El 29 de octubre se conmemora el Día Mundial del ACV, una ocasión para poner el foco en esta enfermedad, su prevención y abordaje.
En esta ocasión, los expertos llaman a concientizar acerca de la importancia del trabajo posterior con los pacientes: si se realiza una rehabilitación integral e interdisciplinaria, en muchas ocasiones pueden revertirse las consecuencias del accidente cerebrovascular y así lograr una mejor calidad de vida con mayor reinserción social y laboral.
Los accidentes cerebrovasculares ocurren cuando una arteria cerebral se ocluye (ACV isquémico) o se rompe (ACV hemorrágico). Se trata de una emergencia médica, porque el paciente debe concurrir a una institución para su inmediata atención y, dependiendo del tiempo desde el inicio de los síntomas, se le podrán realizar diferentes abordajes terapéuticos.
Cada año, 15 millones de personas tienen un ACV en el mundo, de las cuales 5 millones mueren y otras 5 millones desarrollan discapacidad permanente que requieren asistencia para las tareas de la vida diaria, lo que tiene un impacto en las familias y en la comunidad.
“A diferencia de las enfermedades neurodegenerativas, el ACV es una lesión adquirida del sistema nervioso central: una vez que ocurre, aparecen secuelas, pero no suelen empeorar, sino mejorar con el tiempo si es que se hace la rehabilitación adecuada. Esta no debe ser necesariamente en internación, puede ser ambulatoria.
A nivel mundial, cada vez hay más centros de rehabilitación neurológica, conforme la población es más añosa y lamentablemente ocurren más enfermedades que comprometen al sistema nervioso”, afirmó el Dr. Máximo Zimerman, Neurólogo, Director Médico del Centro CITES INECO, Director Médico de la Clínica ALCLA.
Luego de un año de ocurrido un ACV, únicamente el 10% de los sobrevivientes tiene una recuperación completa. Otro 10%, desgraciadamente, fallece al cabo del año y el 80% tiene algún grado de secuela que impacta significativamente en su calidad de vida. Esto quiere decir que un paciente no vuelve a ser el mismo después de un accidente cerebrovascular.
La mayoría de los esfuerzos son destinados a los primeros momentos, a prevenir y a tratar de manera aguda el ACV, pero representa la primera causa de discapacidad a nivel mundial, lo que refuerza la importancia de trabajar en la recuperación y reinserción del paciente en su ámbito social, familiar y laboral.
Esta rehabilitación debe estar compuesta, entre otros, de un entrenamiento físico a través de terapia ocupacional y kinesiología, entrenamiento del lenguaje y de la deglución -a través de fonoaudiología-, entrenamiento neuropsicológico en el caso de que exista una secuela cognitiva y entrenamiento de todas las actividades de la vida diaria a través de terapia ocupacional.
Esto se debe coordinar de manera interdisciplinaria, como parte de un programa que permita medir los objetivos a corto, mediano y a largo plazo realizando el traje a medida de cada paciente.
En cuanto al tratamiento farmacológico, en opinión de la Dra. Andrea Romeo, médica neuróloga, miembro del Servicio de Neurología Vascular del Hospital Universitario Fundación Favaloro, “la prevención secundaria incluye tratamiento antiplaquetario, estatinas a altas dosis (no solo por su acción sobre el colesterol, sino por otros beneficios demostrados) y medicamentos antihipertensivos (en pacientes previamente hipertensos o que estuvieron hipertensos durante la internación).
La mayoría de los pacientes queda bajo este tratamiento, mientras que aquellos con episodios de menor severidad se atienden con una batería diferente de medicamentos”, subrayó.
Algunos de los síntomas que podrían indicar la presencia de un ACV son imposibilidad para mover una parte del cuerpo (brazos, piernas), entumecimiento u hormigueo en las extremidades, caída de un párpado, dificultad para hablar (palabra «arrastrada», balbuceo, dificultad en la pronunciación), alteraciones en la visión (ver doble, borroso o dejar de ver súbitamente), pérdida de la conciencia, dolor de cabeza intenso y confusión.
“Ante un accidente cerebrovascular, es muy importante no dejar pasar tiempo, porque cada minuto cuenta. Si pensamos que se puede estar ante un ACV, no hay que medicarse o ir a descansar. El tiempo es cerebro: cada minuto que pasa es una posibilidad de hacer un procedimiento y revascularizar la zona afectada.
Tampoco es recomendable tomarse la presión y medicarse: es probable que haya presión aumentada debido al ACV. Por ello, la indicación es dirigirse a una institución de salud o llamar a una ambulancia inmediatamente”, explicó el Dr. Zimerman.
“La probabilidad de desarrollar un accidente cerebrovascular aumenta en aquellos individuos que tuvieron previamente un ACV o un ataque isquémico transitorio (AIT) y cuando existen factores de riesgo modificables, que son aquellos que pueden ser sometidos a cambios o control a través de intervenciones médicas o modificaciones en el estilo de vida, como la hipertensión arterial, la diabetes, la dislipemia, la obesidad y el tabaquismo, entre otros.
Pero es importante destacar que el medio ambiente también es considerado un factor de riesgo modificable. Por otro lado, los factores de riesgo no modificables son aquellos que escapan a la influencia de intervenciones médicas o cambios en el estilo de vida y estos son principalmente la edad, el género y los antecedentes familiares”, sostuvo la Dra. Romeo.
Consultado acerca de la presentación de esta enfermedad en varones y mujeres, el Dr. Zimerman aseguró que “en primera instancia, se observa una diferencia en las edades de los pacientes: luego de la menopausia, el riesgo de ACV aumenta.
Además, en mujeres suele presentarse en forma más severa. Lamentablemente, también en ocasiones los profesionales menosprecian la sintomatología en ellas, por lo que es un punto en el que se está trabajando y, afortunadamente, cada vez hay mayor conciencia al respecto”.
“Con frecuencia, las mujeres suelen manifestar síntomas inespecíficos como dolor en el pecho, dificultad para respirar, alteraciones en la atención o memoria, así como síntomas generales como fatiga, náuseas y/o vómitos.
Al presentar estos síntomas no tradicionales, pueden no identificar o subestimar la gravedad del cuadro, lo que resulta en un retraso en la búsqueda de atención médica”, agregó la Dra. Romeo.
Para prevenir un ACV, es importante llevar una alimentación y peso saludables, realizar actividad física, evitar el tabaquismo, limitar el consumo de alcohol, controlar la presión arterial, el colesterol y la diabetes y enfermedades cardiovasculares -si es que las padece- y, por supuesto, mantener los controles periódicos con el médico de cabecera.
“Desde Upjohn trabajamos a diario para que más personas tengan la posibilidad de tener una buena calidad de vida a pesar de deber transitar por enfermedades desafiantes, como puede ser un ACV.
Nos enorgullece ocuparnos en ello y ser parte del camino que deben recorrer los pacientes hacia una rehabilitación que les permita tener un futuro y una calidad de vida mejor”, detalló el Lic. Martín Javier Martínez Lozano, Gerente General de Upjohn división de Pfizer, para el Cono Sur y Clúster Andino.
Para conocer más acerca de cómo cuidar la salud cardiovascular, es importante contar con información segura y confiable. Por ello, sitios como https://www.alertacorazon.com.ar/ son fundamentales para la comunidad. Allí podrán encontrar datos relevantes, factores de riesgo, cómo prevenir la enfermedad cardiovascular y más contenido para preservar la salud.
(*) José María Oribe de y para JM Oribe Counicaciónes