DROGAS DE DIABETES TIPO 2 REDUCEN HOSPITALIZACIÓNES Y MUERTES EN PACIENTES CON INSUFICIENCIA CARDIACA
Nota de opinión de Pablo Oribe (¨): Dos metaanálisis de un nuevo grupo de fármacos, “las glifozinas”, con casi 20 mil pacientes demuestran una reducción de la mortalidad y hospitalización por Insuficiencia cardiaca abriendo un nuevo paradigma en su tratamiento.
Se estima que la insuficiencia cardíaca afecta al 1,5% de la población argentina y se caracteriza por la imposibilidad del corazón de bombear sangre a todo el cuerpo, lo cual provoca la caída de la presión arterial, una insuficiente irrigación a los órganos vitales, pérdida de peso y de fuerza.
El principal tema que concitó el interés de los cerca de 10 mil participantes del Congreso Argentino de Cardiología (SAC.22) fueron los resultados presentados con un nuevo grupo de drogas utilizadas tradicionalmente para tratar a pacientes con diabetes tipo 2, pero que además demostraron reducir la mortalidad, las hospitalizaciones y el tiempo de las mismas en pacientes con insuficiencia cardíaca (IC), mejorando significativamente también su calidad de vida.
La IC es un síndrome clínico que representa la etapa avanzada de varias cardiopatías, entre ellas, las valvulopatías, miocardiopatías y cardiopatías congénitas; extrapolando estadísticas internacionales se estima que afecta al 1,5% de la población Argentina, lo que representaría más de 700 mil personas[1].
Entre los trabajos presentados durante el encuentro científico se destacan dos metaanálisis, con las drogas dapagliflozina y empagliflozina. El primero de ellos incluyó un total de 11. 007 participantes, en tanto que el segundo comprendió a 9.718 individuos con insuficiencia cardíaca, independientemente de su función ventricular, es decir, de la capacidad de contracción del corazón.
En ambos trabajos se observó que el uso de drogas como la dapaglifozina y la empaglifozina, ambas pertenecientes a una familia denominada ‘glifozinas’ -indicadas en el tratamiento de la diabetes tipo 2-, redujo la mortalidad cardiovascular y las hospitalizaciones por IC.
“Estas drogas mostraron un impacto muy significativo en la evolución de nuestros pacientes, independiente de la función ventricular, reduciendo la mortalidad, las hospitalizaciones por descompensación y mejorando la calidad de vida, algo muy deteriorado en personas con IC. Además, evidenciaron un efecto protector renal muy importante.
Esto no es menor, si se tiene en cuenta que el deterioro de la función renal está relacionado con la generación de insuficiencia cardíaca y es un agravante de su evolución clínica”, sostuvo el Dr. Alberto Fernández, médico cardiólogo especialista en Insuficiencia Cardíaca, que participará como coordinador en el Congreso SAC.22 en la mesa denominada ‘Heart team en insuficiencia cardíaca. Aplicando el nuevo consenso SAC’.
La IC es una enfermedad en la que el corazón no puede bombear de manera eficiente la sangre para que llegue a todo el organismo y en consecuencia se acumula en los pulmones. De esta manera, no se obtiene el oxígeno necesario para el normal funcionamiento del organismo y la congestión en los pulmones provoca dificultad para respirar.
La falla se puede presentar de manera abrupta (aguda) o establecerse en forma paulatina (crónica). Como consecuencia de la IC, como el corazón es incapaz de recibir la sangre que llega desde la periferia y los pulmones, pueden aparecer hinchazón, edemas, congestión y falta de aire (disnea)[2].
Según el Dr. Fernández, estas drogas además mejoraron el control metabólico, ya que alguna de ellas demostró reducir la aparición de diabetes tipo II. “Todos los resultados se vieron tanto en los pacientes con diabetes como sin diabetes.
Un dato para resaltar, es que en los individuos con insuficiencia cardíaca con función sistólica reducida (ICFSR), las glifozinas son complementarias al tratamiento con beta bloqueantes, antagonistas de los mineralcorticoides y ARNI (o IECA/AR II), un grupo de medicaciones que junto a ellas constituyen la ‘cuádruple terapia’, cuya indicación es de rigor en estos pacientes”, aseveró.
En tanto, el Dr. Enrique Fairman, médico cardiólogo que integrará la misma mesa de trabajo del Dr. Fernández durante el congreso, afirmó que los progresos en el tratamiento de la insuficiencia cardíaca han sido extraordinarios en los últimos años y que hasta el advenimiento de las gliflozinas, el tratamiento establecido era con los betabloqueantes (bisoprolol, carvedilol y metoprolol) los antialdosterónicos (espironolactona y eplerenone) y el sacubitril valsartán.
“Con estos tratamientos se había logrado una reducción significativa de la mortalidad en los pacientes con insuficiencia cardíaca con la función ventricular deteriorada. Pero con las gliflozinas (empagliflozina y dapagliflozina) sumadas al arsenal terapéutico con el que contábamos, para este tipo de pacientes se ha logrado una reducción del 60% en la mortalidad cardiovascular, lo que significa, por ejemplo, en un sujeto de 55 años, una prolongación de la sobrevida de 5,5 años”, subrayó el Dr. Fairman.
Por su parte, la Dra. Mirta Diez, médica cardióloga que participará, entre otras, en una mesa denominada ‘Toma de decisiones en insuficiencia cardíaca avanzada’, sostuvo que el otro aporte significativo de las gliflozinas es el beneficio en el grupo de pacientes con insuficiencia cardíaca con fracción de eyección preservada, una condición que representa un síndrome clínico complejo caracterizado por alteraciones cardíacas estructurales específicas y funcionales sobre el ventrículo izquierdo.
“Estas personas representan la mitad de los pacientes con insuficiencia cardíaca y hasta el momento no existía un tratamiento que hubiera demostrado reducción en la hospitalización y en la mortalidad cardiovascular”, señaló.
La fracción de eyección es una forma de evaluar el funcionamiento del corazón. Como este órgano expulsa sangre hacia las arterias y recibe sangre de las venas, la cantidad de sangre que expulsa o eyecta en cada latido (que se llama “volumen latido” o “volumen sistólico”) es una medida del funcionamiento cardíaco.
Dicha medida se obtiene mediante métodos de diagnóstico como, por ejemplo, la ecocardiografía. Se considera que la fracción de eyección se encuentra preservada (es decir, es normal) cuando su valor es mayor o igual a 50%. Si sus valores se hallan entre 49% y 41%, se considera fracción de eyección de rango medio, y si su valor es de 40% o inferior, está reducida. El deterioro de la fracción de eyección expresa una alteración en la capacidad de contracción del corazón y es una de las principales causas de la Insuficiencia Cardíaca[3].
“Estas drogas también demostraron su utilidad en los pacientes que están hospitalizados, por una descompensación del cuadro, es decir que el beneficio de las gliflozinas incluye a todos los pacientes con insuficiencia cardíaca”, subrayó el Dr. Fairman.
Respecto de los efectos adversos reportados, entre los más importantes se destacan infecciones genitourinarias (minimizadas por una adecuada higiene), mucosas secas, taquicardia e hipotensión ortostática, que es una baja de presión que se produce al ponerse de pie después de estar sentado o acostado. Estos signos en gran medida se deben al efecto diurético y van decreciendo con el tiempo.
Sin embargo, en líneas generales, no demostró diferencias sustanciales con respecto al placebo. El tratamiento debe indicarse con cuidado en los pacientes tratados con insulina, o en aquellos internados por situaciones graves de cualquier índole, donde es aconsejable su interrupción.
“A partir de los datos extrapolados de los estudios presentados, se ha consolidado la indicación de estos fármacos en todo el espectro de la Insuficiencia Cardiaca, tanto en las guías mundiales, como en la Argentina, presentada durante este Congreso.”, concluyo el Dr. Fernández.
(*) Pablo Oribe de y para JM Oribe Counicaciónes