HOY RECORDAMOS AL LIBERTADOR GENERAL JOSE DE SAN MARTIN
El Libertador de la Argentina, Chile y Perú falleció el 17 de agosto de 1850, en su casa de Boulogne-sur Mer (Francia), rodeado de sus seres queridos. En Argentina se le reconoce como el “Padre de la Patria”. En Perú, se lo recuerda libertador de aquel país, con los títulos de “Fundador de la Libertad del Perú”, “Fundador de la República” y “Generalísimo de las Armas”. En Chile su ejército lo ha destacado con el grado de Capitán General.
Pero más allá de su gesta libertadora, San Martín es una pieza fundamental en la construcción de nuestra identidad nacional
A partir de su célebre figura y heroico proceder, se construye esa gran narración que nos explica como país. Por eso, rememorar su vida a partir de un nuevo aniversario de su muerte es recordar ese relato que escuchamos en los actos escolares de nuestra infancia, esa gran narración que nos conformó como comunidad y que debemos pensar y reconsiderar en nuestro camino hacia una patria justa, libre y soberana.
Traemos un breve relato de Bartolomé Mitre en el aniversario de la muerte del prócer, año 1950:
“Los hombres de acción o de pensamiento que, como San Martín, realizan grandes cosas son almas apasionadas que elevan sus pasiones a la potencia del genio y las convierten en fuerzas para obrar sobre los acontecimientos, dirigirlos o servirlos. Obran sobre su tiempo como una acción eficiente o se lanzan en las corrientes permanentes, y de este modo su influencia se prolonga en los venideros como hecho durable o como pensamiento trascendental.”
Al contrario de Manuel Belgrano que nos dejó cientos de escritos con sus ideas económicas y políticas de avanzada que aún hoy son estudiadas y revisitadas con una actualidad notable, José de San Martín dejó un legado de escritos que se podrían definir como más moral atado a los comportamientos humanos y con más gestos que escritos.
No ha dejado definiciones claras de sus pensamientos en materia política económica, de hecho otros nombres importantes de nuestra historia, como Juan Bautista Alberdi, relata que cuando lo conoció en Paris en 1843 y compartió después con el una tarde entera en Grand Bourg, apenas hablaba de las vicisitudes del Plata y prefería conversar de hazañas militares de la historia más que de las suyas.
Sus correspondencias, siempre marcaron un profundo sentido de la libertad y de la integración, quizás consideraba que la integración política territorial de la gran América, que ni él ni Bolívar pudieron concretar, traería junto una futuro de cohesión y bonanza de desarrollo de su tierra amada.
Sin embargo de sus escritos al Gobierno de Buenos Aires, de las medidas que tomó cuando gobernó Cuyo y Perú se podrían sacar algunas conclusiones de su pensamiento que no lo dejan demasiado lejos de lo que proclamaba su amigo Manuel Belgrano con sus fundamentaciones teóricas.
De sus debates y sus cartas, tanto a Godoy Cruz durante el Congreso de Tucumán como las que enviaba desde Perú y después desde su exilio europeo, lo mismos que con sus acciones, queda claro su posición en el afianzamiento de la soberanía latinoamericana y nacional no solo en lo territorial. Ideas que iban en camino contrario a la idea hegemónica del centralismo porteño de aquellos tiempos que lo llevó al enfrentamiento sin retorno con Rivadavia y sus ideas de paternalismo de Inglaterra y el liberalismo económico de aquellos años.
Lo hizo en su gobernación de Cuyo y después en su protectorado del Perú, donde defendió fuertemente los derechos de los peones rurales redactó el primer reglamento de protección de estos y protegió fuertemente el mercado interno por ejemplo gravando la importación de aguardiente de Buenos Aires a Cuyo, sin contar que por convicción y necesidad desarrolló la industria metalúrgica, textil y de alimentos de los lugares que le tocó gobernar.
Todas acciones que lo distanciaban de las ideas de libre mercado de los porteños. Junto con el gravamen al agua ardiente que llegaba de otras regiones redactó el proyecto de protección del vino elaborado en el país por sobre el que llegaba de España y Francia, proyecto que fue descartado por el Gobierno Porteño ni bien llegó a sus manos.
También se puede agregar la moneda propia que hizo acuñar como gobernador en Mendoza, según algunos historiadores en hierro. Una especie de primera cuasi moneda pero no con la idea de sobrevivir como fue casi 200 años después sino de independizarse de las políticas centralistas porteñas que sometían el desarrollo del interior y el fuerte impulso a la obra pública como fuente de trabajo y mejora de la logística que iba a necesitar para su hazaña libertadora.
el historiador y docente de la UBA y de la Universidad Nacional de Quilmes, Rubén Seijo en un artículo periodístico planteaba que “haciendo el ejercicio de traer esos debates a tiempos actuales, posiblemente habría desaprobado las iniciativas de flexibilización laboral que piensan al salario exclusivamente como un costo, de atracción de inversiones especulativas y de endeudamiento para financiar la fuga de capitales que propician algunos gobernantes latinoamericano”
Y agregaba que “se anticipó a Keynes (NdR lo que demuestra la fuerte influencia de Belgrano en San Martín) y a varias experiencias internacionales exitosas entendiendo el valor estratégico de contar con un Estado comprometido con las diferentes fases del desarrollo económico, antes que exponer el destino de la Nación a «la mano invisible» de un mercado administrado por los intereses de los sectores sociales más poderosos”.
Sobre esto último precisamente sobran las anécdotas e historias de su relación con las clases acomodadas y comerciantes de Cuyo y sobre todo de Lima durante su estancia en ambas locaciones.
Los constructores de nuestra patria, San Martín, Belgrano tenían claro cuál era el conflicto de fondo. De tal parecido con n uestros días que más revaloriza, aún, la figura de nuestro Gobernador a 172 años de su desaparición física. (Uncuyo, sitio andino, wikipedia y propia)