OBJETIVIDAD CON EL DENOSTADO Y DEMONIZADO POR CIERTO REVISIONISMO, JULIO ARGENTINO ROCA
Nació el 17 de julio de 1843 y la ausencia de conmemoraciones a su nacimiento habla, sobradamente del desprecio que, como sociedad, tenemos por el hombre que consolidó la Argentina luego del período de enfrentamientos que parió nuestra vida independiente.
El revisionismo ignorante, de juguete e ideológico que hoy sólo recuerda lo que se pudo hacer mal en su época (era Presidente no ejecutor) condujo al país a un crecimiento y desarrollo tan enorme que nos lleva a pensar si no son estas, precisamente, las razones de ese desprecio.
Julio Argentino Roca es el prócer más denostado de Argentina (y tal vez el más importante de la segunda línea, detrás de Belgrano, San Martin, Guemes, Brown y Moreno). Cierto es que hay controversias con otros personajes de nuestra historia, pero estos tienen nutridas hinchadas para defenderlos.
En cambio Roca se desliza, mayoritariamente, entre el repudio y el ninguneo. No hay actos escolares que lo recuerden por estos lares, ni feriados, casi no transita los manuales ni de primaria ni de secundaria. Roca transformó un desierto en la Nación más civilizada de América en su tiempo, sí, la nuestra. Entonces: ¿por qué no homenajeamos a Roca?
La marea iconoclasta que se propuso reinventar nuestra historia es una expresión del poder. Se logra mediante la destrucción de los personajes y símbolos de nuestra cultura, demostrando su impotencia para enaltecer sus propios valores.
El proceso no necesita involucrar únicamente íconos como estatuas: simplemente pervirtiendo la enseñanza de la historia y reemplazándola con sentencias y calificaciones falsas, se puede crear una «leyenda negra» que es el objetivo esencial.
La persistente emersión de una leyenda negra es un acto que tiene por objeto atacar las bases cívicas para deslegitimarlas. ¿Por qué sirve hacer de Roca una leyenda negra? Porque Roca representa la comprobación tangible de un ideario político que nos llevó en su momento al éxito.
Porque Roca es la contracara de la decadencia que surgió cuando sus ideas se dejaron de lado. Distan estas líneas de ser un manual de historia, pero un pálido resúmen puede dar cuenta de su obra:
Roca firmó los tratados con Chile que aseguraron la Patagonia y Tierra del Fuego, logró que se reconociera a la Cordillera de los Andes como límite y la solución pacífica del conflicto por los estrechos.
Con la ley de Territorios Nacionales, creó las jurisdicciones de: La Pampa, Río Negro, Neuquén, Chubut, Santa Cruz, Tierra del Fuego, Chaco, Formosa y Misiones.
Ratificó la presencia en la Antártida, promovió la extensión de los ferrocarriles, entre ellos el que llegó a Mendoza. Con la ley 1133 creó de la moneda nacional.
Fundó la ciudad de La Plata, para darle una capital a la provincia de Buenos Aires, luego de que la Capital Federal pasase a ser un municipio independiente por la Ley de Federalización.
Con un conjunto de leyes laicas puso bajo jurisdicción del Estado nacional el control de la población civil y la instrucción ciudadana. Por ejemplo, con la Ley 1420 de Educación común, obligatoria, pública, gratuita y laica.
Garantizó, al mismo tiempo, la libertad de enseñanza en escuelas privadas. Para esa época sólo un tercio de los niños en edad escolar asistían a escuelas, logró que la Argentina llegara a ser la nación más alfabetizada de América.
La Ley 4349 que creó la Caja de Jubilaciones y Pensiones fue la primera ley de previsión social. Fue el que dotó al país de la primera flota de mar y modernizó el ejército con la escuela superior de guerra y el servicio militar.
Encargó a Juan Bialet Massé un informe sobre la situación de la clase obrera argentina, las comunidades indígenas y los sectores marginales y este trabajo fue la base de una ley de trabajo que contemplaba la jornada laboral de ocho horas, la supresión del trabajo nocturno, el sábado inglés, la prohibición del trabajo de menores de catorce años, un salario mínimo para trabajadores del Estado, preaviso, licencia con goce de sueldos, reconocimiento de las organizaciones obreras y tribunales de trabajo.
El proyecto fue muy adelantado para su época y sólo avanzó en partes, pero sus propuestas fueron las bases sobre las que se crearon los sucesivos derechos laborales socialistas de cuya autoría el peronismo se apropió.
Fue el artífice de la explotación de regiones desiertas de los territorios nacionales, los estudios de tierras y aguas para explotarlas, la investigación de cultivos adaptables a cada zona, el examen zootécnico de los ganados, la realización de perforaciones en Comodoro Rivadavia, que dieron por resultado el descubrimiento de petróleo; el desarrollo de la industria pesquera mediante la importación de especies de Estados Unidos; la instalación de observatorios meteorológicos, entre ellos el más austral del mundo en las Orcadas del Sur, con lo que se tomó posesión de la Antártida Argentina.
Durante su gobierno el país modernizó la ganadería, desarrolló la industria frigorífica, la vitivinicultura y la azucarera, los primeros talleres metalúrgicos y se expandió la agricultura.
Promovió la inmigración otorgando a las personas que ingresaran al país concesiones para traer del extranjero elementos de trabajo, sin pagar impuestos, residencia sin costo en el hotel de inmigrantes y traslado gratuito hasta el sitio que eligieran para residir.
Promulgó la ley de elección por circunscripción uninominal, que permitió la entrada al Congreso a Alfredo Palacios, el primer diputado socialista de América. Esto es sólo parte de la obra de quien hoy es calificado como “genocida”. ¿Con qué talante permitimos esta destrucción?
Decía Roger Scruton: “Las cosas buenas son fáciles de destruir pero no son fáciles de crear. Esto es especialmente cierto de las cosas buenas que nos llegan como patrimonio común: paz, libertad, derecho, civismo, espíritu público, la seguridad de la propiedad y la vida familiar. En relación a tales cosas, la obra de destrucción es rápida, fácil y euforizante; la obra de creación, lenta, laboriosa y aburrida.”
La destrucción de la figura de Roca ha sido así: rápida, fácil y euforizante. Fue producto del mandato de satanizar los cimientos de lo que fue un país próspero. Las dagas provinieron de los espacios culturales y políticos cuyos idearios buscaban en los colectivismos identitarios un relato de país pobrista y dependiente. Se ajustaron a una agenda totalitaria que jamás sintió orgullo y que se alimentó del resentimiento.
En 1996 el historiador Osvaldo Bayer planteó “desmonumentar” la estatua de Roca en Diagonal Sur. En Río Gallegos la Avenida Presidente Julio A. Roca se cambió por Néstor Kirchner; en Tierra del Fuego el Lago Roca por “Acigami” que en lengua yámana significa “canasto alargado”.
En la Base Esperanza en la Antártida, la Escuela Antártica Nº38 Julio Argentino Roca por “Presidente Raúl Alfonsín”. La municipalidad de Neuquén dispuso que sea retirado el busto del general Julio Argentino Roca y un cuadro de la Conquista del Desierto.
Los ejemplos son cientos. Conforme crecían en el mundo las instituciones y subsidios para sostener el reclamo indigenista, más se pisoteaba la figura de Roca.
Los falaces, resentidos y anacrónicos ataques de Bayer se continuaron con otros académicos que abrevaron a la misma ideología como Carlos Martínez Sarasola o Néstor García Canclini. María Sáenz Quesada, historiadora y Secretaria de Cultura de Fernando de la Rúa escribía con motivo del cambio de la figura de Roca por Evita en los billetes de 100 pesos:
“Por fin, como muchos reclamaban, los billetes de cien pesos con la efigie de Julio Argentino Roca empezarán a retirarse de circulación para dar paso a rostros más acordes con el rumbo que ha tomado la República.
Este retiro, que devuelve al general Roca al ámbito más recoleto de la historia, invita a revisar su papel en la construcción del país y a evaluar si tuvo sentido o no elegirlo entre muchos para representarlo en su billete más valioso.”
En la misma tónica, Marcelo Valko investigador de la UBA y catedrático de la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo obtuvo financiación estatal para una serie de publicaciones para “minar e invalidar la imagen construida por los aduladores del general Roca inserta en monumentos, estatuas, billetes, plazas, avenidas, calles y pueblos (…)
Personajes como Roca ya están muertos: fallecieron cómodamente en sus camas. La justicia no los puede alcanzar para que paguen por sus crímenes y crueldades, pero nosotros podemos castigarles la memoria.” ¿Por qué estos representantes de la academia y de la cultura desearon castigar a Roca?
Veamos: Roca puso fin a la tragedia violenta más grave de la época: el malón. El azote sobre propiedades rurales y ciudades más el robo de mujeres y ganado eran un drama social. La Campaña de Desierto fue la manifestación más eficiente del rol del Estado moderno, velando por la seguridad de su población.
La magnitud de la amenaza y el terror en el cual vivían las poblaciones era brutal. Para muestra basta un botón: en plena época de conflictos limítrofes un ejército indígena/chileno de 6.000 combatientes inicia, bajo el mando del cacique Calfucurá, la llamada invasión grande a la provincia de Buenos Aires.
Atacaron los pueblos de General Alvear, Veinticinco de Mayo y Nueve de Julio, resultando muertos alrededor de 300 criollos, secuestraron aproximadamente 500 cautivas jóvenes y robaron 300.000 cabezas de ganado.
Los malones a veces eran chicos y realizaban ataques aislados y a veces grandes, para ataques planeados y dirigidos a asesinar y robar pueblos y ciudades. Por ejemplo, en el malón de 1875 a Azul y Tandil, participaron entre 3500 a 5000 indios.
Para que entendamos la magnitud del malón: el Ejército de los Andes contaba con 3778 soldados. La misma cantidad de soldados que cruzaron la cordillera para liberar a Chile son los que se organizaban para asesinar y robar poblaciones. Los animales eran vendidos en Chile, junto con las esclavas y se les vendía armas y fusiles.-
La Segunda Campaña al Desierto
Siendo Roca Ministro de Guerra, el Congreso Nacional en 1878 le ordena la 2da Campaña del desierto. En ella se tomaron prisioneros 5 caciques y 1.313 indios de lanza resultaron muertos. Roca llevó en la expedición a un nutrido grupo de periodistas, médicos y científicos que fueron aval de cada uno de estos datos.
Los 1313 muertos de la Campaña de Roca significan el 2,6% de los muertos en conflictos indígenas desde los inicios en 1828. Debido a los malones, en ese período murieron 35.000 criollos sin sumar las jóvenes y niñas tomadas cautivas y esclavizadas.
La historia argentina está llena ataques de malones en los siglos XVIII y XIX, hasta la exitosa campaña de Roca. En la Campaña del Desierto de Rosas murieron más del doble de indios que en la de Roca y la relación de muertos vs. prisioneros es 24 veces más alta, sin embargo no era el nombre de Rosas el que Osvaldo Bayer calificaba como genocida, porque Rosas no representa un ideario que al progresismo resentido revisionista le interese atacar.
Roca concluyó con el asedio de los malones, llevando paz y seguridad a la tierra poblada por expediciones del siglo XVI y a la que los indios empezaron a asolar casi dos siglos después. Sostener las demandas de «pueblo originario» es falaz, pero muy redituable a la luz de los reclamos indigenistas apoyados demagógica mente desde la política y cultura progre.
La Campaña al Desierto fue el mayor acto de soberanía nacional después de las Guerras de la Independencia. Incorporó al territorio nacional el dominio de casi el 60% del mismo bajo el lema «Paz y administración», slogan político de Roca, expresado en su primer discurso ante el Congreso.
Detrás de la leyenda negra de Roca está la demonización de una Argentina liberal, moderna y próspera. A pesar de los datos que demuestran el éxito del país producto de esa visión, hay una legión de educadores que afirma que todo lo construido está mal, destrozando a un presidente que fue el creador de la Argentina moderna, representante de la generación que nos hizo un país rico. Han logrado que la historia sea contada de nuevo (y a su gusto), por ellos.
El adoctrinamiento ideológico y los pingües negocios de quienes hacen de la historia una empresa de demoliciones han ensuciado e invisibilizado al prócer que fue Roca. Está en nosotros el combate contra esta impiedad. Vuelven a ser impactantes las palabras de Scruton rechazando las ideologías que pretenden rehacer la memoria desde el anacronismo para hacer del victimismo su bandera y su negocio.
¿Con qué pretendéis reemplazar a esa burguesía que despreciáis y a quién debéis la libertad y prosperidad que os permite jugar con vuestras barricadas de juguete? ¿Estáis preparados para morir por vuestras convicciones o simplemente a poner en riesgo a los demás para exhibiros? (Mario Passo)