PS: DESCRIPCIÓN DE LA SITUACIÓN SOCIAL, ECONÓMICA Y AMBIENTAL DE LA SOCIEDAD ARGENTINA
El Partido Scialista emitió un comunicado reflexionando sore la realidad que «La sociedad argentina sufre las graves consecuencias de las políticas neoliberales aplicadas por el presidente peronista Carlos Menem.
Lo más doloroso: la pobreza estructural de un 40% de la población, lo que implica, entre otras graves consecuencias problemas de sub alimentación y mala alimentación del 50% de nuestra niñez, limitando de esta manera su posibilidad de desarrollo futuro y el acceso a trabajos de calidad nada más ni nada menos que a la mitad de la población.
Pero también asistimos a una creciente pauperización de la clase media que, junto a los sectores más marginados sufren inseguridad y creciente deterioro de la calidad de los servicios de salud y educación pública, que solo se sostienen por el enorme esfuerzo de sus trabajadoras y trabajadores.
En síntesis, Argentina tiene hoy una sociedad profundamente desigual con un 40% en la pobreza y otro 40 % con gran inestabilidad, mientras que en la elite social hay varios integrantes de la lista Forbes de personajes más ricos del mundo.
El modelo económico productivo imperante se basa en el extractivismo, sea esta explotación intensiva a base de agro tóxicos del agro, mega minería, extracción de combustibles fósiles convencional o por fractura hidráulica en tierra y mar. Todas actividades dedicadas a la exportación que nunca derraman riqueza a la sociedad y destruyen nuestros bosques y contaminan nuestro suelo, agua y aire poniendo en riesgo grave la biodiversidad, imprescindible para la vida.
CAUSAS DE ESTA SITUACIÓN
Para entender las causas y encontrar un camino de salida de esta insostenible desigualdad y sus consecuencias ambientales se hace necesario hacer una descripción de las principales entregas del patrimonio que estaba en poder de la sociedad a través de diversas formas, estatales o cooperativas, a manos de un reducido grupo de empresarios argentinos y de multinacionales:
Teníamos el manejo soberano de las diversas formas de generación de energía: ya sea las usinas hidroeléctricas, termoeléctricas o de cualquier otra fuente existentes en esa época.
Hoy la generación de energía, el transporte y la distribución domiciliaria dejaron de ser un SERVICIO PÚBLICO para pasar a ser NEGOCIO de un grupo de empresas multinacionales o nacionales a las que solo les importa su ganancia y no el bienestar social.
Teníamos una amplia red ferroviaria para transporte de cargas y personas de la cual solo quedaron los ramales más rentables en manos privadas. Esto encareció los fletes y los pasajes y paralelamente atestó las rutas de camiones y micros agravando su peligrosidad con altos costos de mantenimiento de carreteras a cargo del Estado de lo cual se desentienden las empresas transportistas.
Paralelamente se privatizó la explotación del mantenimiento de las rutas y autopistas rentables dando súper ganancias y poder a los mismos grupos que se beneficiaron con otras privatizaciones.
Teníamos una importante flota fluvial y marítima para transporte de mercadería y producción, hoy todo en manos privadas son los altos costos que implica, además de la pérdida de soberanía en el manejo de las exportaciones e importaciones.
Teníamos la industria de industrias (SOMISA) que producía el acero, estratégico material para la construcción y la industria, hoy en manos privadas. En esa privatización además se clausuró la mina de Sierra Grande que daba vida a esa ciudad rionegrina.
Teníamos la BANCA NACIONAL DE DESARROLLO que nos protegía de la banca internacional para el acceso al crédito BLANDO para la producción y teníamos bancos provinciales, la mayoría de los cuales hoy son manejados por bancos privados nacionales e internacionales.
La minería era controlada por el Estado y tras la provincialización de los subsuelos mineros y la ley de minería de los 90 pasó a ser un gran negocio de las mineras que se llevan minerales valiosos sin manufacturar y sin control ante la debilidad y/o complicidad de los gobiernos provinciales dejando un desastre ambiental cuyas dimensiones son mucho mayores a las que se conocen públicamente.
Las comunicaciones eran monopolio del Estado y hoy son monopolio privado para la súper ganancia de un par de empresas y ni hablar del manejo de las nuevas tecnologías digitales que además les otorga dominio sobre lo que decimos y hacemos y les da el gran poder de influir sobre lo que pensamos, consumimos y hacemos.
El gran negocio del agro dejó de ser redistributivo para pasar a ser de muy pocos con el agravante de haber avanzado sobre los bosques nativos con gravísimas consecuencias climáticas que ya estamos sufriendo.
De todo el patrimonio entregado en los 90, los gobiernos -también peronistas- de Néstor y Cristina Kirchner revirtieron la entrega de Aerolíneas Argentinas, del sistema de jubilaciones y pensiones, del Correo Argentino y parcialmente la empresa petrolera YPF.
Todas decisiones muy importantes que hemos respaldado y alentado y hoy le dan al Estado mejores condiciones para implementar políticas en beneficio social en esos rubros.
No obstante, la brutal concentración económica en pocas manos no se revirtió y esos pocos empresarios incrementaron su poder y pasaron a ser parte del gobierno a través del ex presidente Macri que profundizó sus ganancias y su dominio económico.
Toda esa riqueza que antes estaba en manos argentinas a través del Estado o de grupos cooperativos, hoy son los instrumentos de políticas económicas que sirven a estos grupos para condicionar a cualquier gobierno y en esta correlación desigual de fuerza radican las grandes limitaciones que paralizan al actual gobierno, que asumió prometiendo revertir la entrega de Menem y Macri, pero no solo no lo hizo sino que la profundizó aceptando los condicionantes del FMI por préstamos adquiridos con el solo objetivo de hacer pagar al pueblo las ganancias de esos grupos una vez más. La sociedad lo está pagando con sufrimiento y el gobierno con una crisis interna irresoluble donde, impúdicamente, cada sector trata de salvar su ropa en medio del naufragio con el cálculo mezquino e irrealizable de no ser percibido por la sociedad como parte responsable del desastre.
EL CAMINO A SEGUIR: REVERTIR LA ENTREGA DE NUESTRO PATRIMONIO Y ASUMIR LA TRANSICIÓN ECOSOCIAL
Esta breve descripción de decisiones políticas tomadas en los últimos 30 años muestra el camino a seguir:
Un plan sistemático y consecuente de recuperar el manejo soberano de estos bienes y sectores productivos enajenados en los años 90, a través de empresas sociales, del propio Estado y de las y los trabajadores. De esta manera no solo los pondrá al servicio de la sociedad, sino que se les quitará poder a este grupo de empresarios extranjeros y nacionales que de ninguna manera podrían haber tenido tanto si los mencionados gobiernos no les hubieran regalado nuestro patrimonio.
Sin lugar a dudas, nuestra sociedad está en condiciones de asumir el manejo de los resortes esenciales de la economía, el manejo de las finanzas, de los bienes naturales y de la producción de los bienes estratégicos que permitan al empresariado del sector secundario y a las empresas sociales desarrollarse y generar riquezas y puestos de trabajo de calidad.
Ese manejo deberá ser bajo nuevos paradigmas poniendo el bienestar y la igualdad social como principal objetivo. Este objetivo solo podrá concretarse en total convivencia con la naturaleza para revertir la grave crisis ambiental a la cual nos trajo el modelo de la desigualdad y la súper explotación de los bienes comunes.
¿CÓMO HACER ESTOS CAMBIOS ANTE TANTO PODER CONCENTRADO?
SIN SOCIALISMO NO HAY SOLUCIÓN
El contexto es complejo. Lo que acabamos de desarrollar para nuestro país no es una excepción. La realidad mundial es desesperante: crisis climática, económica, política y social, la pobreza crece y la riqueza se concentra. Los gobiernos en todos los niveles siguen respondiendo con las recetas del capitalismo neoliberal.
El extractivismo amenaza más que nunca los equilibrios ecológicos y la paz en el planeta, condenando a millones de personas a migrar buscando tierras con mejor calidad de vida. Más que nunca el esfuerzo y el cambio requiere coordinación y solidaridad entre los pueblos, por ello esta batalla no solo es en el ámbito de las naciones, es regional y mundial.
Afortunadamente en nuestra región han surgido gobiernos más sensibles y con programas de cambio con los cuales debemos coordinar políticas que potencien los cambios que debemos hacer en nuestro país.
Se trata de tener una nueva correlación de fuerza desde la política para llevarla al terreno de los hechos sociales y económicos.
Las fuerzas políticas que nos han gobernado desde 1983 a la fecha, en el país y en la provincia, más allá de sus buenas o malas intenciones han demostrado su incapacidad para sacarnos de esta situación porque han sido cooptadas por las ideas y prácticas neoliberales. Podemos reconocer sus logros del pasado, pero ya no son herramientas útiles para la sociedad.
Hoy existen numerosos movimientos sociales que expresan necesidades y sostienen la importancia de seguir otros rumbos y existen fuerzas militantes de izquierda que, como el partido socialista de Río Negro, aspiramos a interpretar estas necesidades y estos rumbos.
Todo ello es un importante capital que hoy está disperso y en esa dispersión radica la debilidad de cualquier proyecto alternativo.
El imperativo de la hora es unir todas estas energías en un gran frente democrático alternativo a este sistema perverso. En este frente el protagonismo será:
De nuestros pueblos originarios que han sido y son víctimas del exterminio físico y cultural, pero afortunadamente existen y tienen más vigor que nunca.
De la militancia ambiental en todas sus ramas de acción que proponen un desarrollo acorde a los límites de nuestro suelo, nuestra agua y nuestro aire.
De la mujer, sobre cuyo trabajo no remunerado se armó la acumulación originaria del capital que hoy las margina.
De la juventud que necesita que el planeta exista para tener vida y desarrollarse y que la nueva organización de la economía la incluya como parte activa.
De los movimientos de trabajadoras y trabajadores formales e informales que comprenden la necesidad de un cambio.
De la militancia de las fuerzas políticas de izquierda y socialistas que se han sumado a la política como herramienta de transformación social y no como escalón de prestigio o negocio personal.
Si el neoliberalismo limó las diferencias entre los programas económicos del radicalismo, el peronismo y el pro, ¿por qué no articular el programa económico y la filosofía que sustentamos las y los militantes de los diversos grupos sociales y las diversas izquierdas para construir una alternativa a esta uniformidad de la entrega y la resignación?» concluye.-