SINIESTRO FINAL DE LOS SOLDADOS MUERTOS EN WATERLOO
Un estudio de la Universidad de Glasgow, en Reino Unido, ha revelado qué ocurrió con los cerca de 50.000 soldados que murieron en una de las batallas más trascendentales de la historia: la de Waterloo.
La investigación, publicada en el Journal of Conflict Archaeology y dirigida por el profesor Tony Pollard, parte de la búsqueda del motivo por el que se han encontrado muy pocos restos humanos de una batalla tan sangrienta.
El equipo estudió dibujos y descripciones del campo de batalla realizados por personas que lo visitaron en los días y semanas posteriores a la derrota de Napoleón, el 18 de junio de 1815.
Estas fuentes describen la existencia de fosas comunes, que nunca se han encontrado, pero que según los investigadores, si fueran reales habrían sido un objetivo definitivo para los ladrones de tumbas.
¿Qué ocurrió entonces con los cuerpos? Pues aunque pueda sonar siniestro, se les dio una utilidad: «Al menos tres artículos periodísticos de la década de 1820 en adelante hacen referencia a la importación de huesos humanos de los campos de batalla europeos con el fin de producir fertilizantes».
«Los campos de batalla europeos pueden haber proporcionado una fuente conveniente de hueso que podría triturarse en harina de hueso, una forma efectiva de fertilizante», añade Pollard.
«Uno de los principales mercados para esta materia prima fueron las Islas Británicas», dice Pollard, que acompaña al estudio de cartas y memorias personales de un comerciante escocés que vivía en Bruselas en el momento de la batalla, James Ker.
Los relatos de Ker, junto con los de otros visitantes, describen las ubicaciones exactas de tres fosas comunes que contienen hasta 13.000 cuerpos de soldados muertos.
«A pesar de la licencia artística y la hipérbole sobre la cantidad de cuerpos en las fosas comunes, los cuerpos de los muertos fueron claramente eliminados en numerosos lugares del campo de batalla, por lo que es algo sorprendente que no haya un registro confiable de una fosa común que se haya descubierto», dice Pollard.
«Waterloo atrajo a los visitantes casi tan pronto como se disipó el humo de las armas. Muchos vinieron a robar las pertenencias de los muertos, algunos incluso robaron dientes para hacer dentaduras postizas, mientras que otros vinieron simplemente a observar lo que había sucedido», dice el investigador.
«Es probable que un agente de un proveedor de huesos llegara al campo de batalla con grandes expectativas de asegurar su premio. Los objetivos principales serían las fosas comunes, ya que tendrían suficientes cuerpos para merecer el esfuerzo de desenterrar los huesos», dice el autor.
«Los lugareños habrían podido dirigir a los ladrones hacia las fosas comunes, ya que muchos tendrían recuerdos vívidos de los entierros e incluso podrían haber ayudado a cavarlos», afirma el estudio.
«También es posible que las diversas guías y cuadernos de viaje que describían la naturaleza y la ubicación de las tumbas pudieran haber servido esencialmente como mapas del tesoro completos con una X para marcar el lugar», dijo Pollard.
«Sobre la base de estos relatos, respaldados por la importancia bien atestiguada de la harina de huesos en la práctica de la agricultura, el vaciado de fosas comunes en Waterloo para obtener huesos parece factible, y la conclusión probable es esa», concluyó. (20minutos.es)