ESTE DOMINGO SE REALIZARÁ LA SANTIFICACIÓN DE ARTÉMIDES ZATTI
FRANCISCO ASEGURA QUE ES POSIBLE VIVIR LA SANTIDAD CADA DÍA. El Papa recordó que los santos no provienen de un «mundo paralelo», sino que están insertos en la cotidianeidad de la comunidad.
«En esa pequeña porción de tierra de la Patagonia donde transcurrió la vida de nuestro beato, volvió a escribirse una página del Evangelio: el Buen Samaritano encontró en él un corazón, unas manos y una pasión, principalmente para los pequeños, los pobres, los pecadores y los últimos», destacó el Sumo Pontífice.
“Los santos no provienen de un ‘mundo paralelo’, sino que son creyentes que pertenecen al pueblo fiel de Dios y que están insertados en la cotidianidad, compuesta por la familia, el estudio, el trabajo, la vida social, económica y política”
De manera que “en todos estos contextos, el santo o la santa camina y obra sin temores o trabas, cumpliendo en cada circunstancia la voluntad de Dios”.
De ahí la importancia, subrayó, de que “cada Iglesia particular esté atenta a recibir y valorar los ejemplos de vida cristiana madurados dentro del pueblo de Dios, que desde siempre ha tenido un particular ‘olfato’ para reconocer estos modelos de santidad, testimonios extraordinarios del Evangelio”.
“Por tanto, es necesario tener en justa consideración el consenso de la gente en torno a estas figuras cristianamente ejemplares. De hecho, los fieles están dotados, por gracia divina, de una innegable percepción espiritual para identificar y reconocer en la existencia concreta de algunos bautizados la vivencia heroica de las virtudes cristianas”
En la madrugada de este domingo, a las 5.15 hora Argentina y 10.15 de Italia, el Papa Francisco presidirá la ceremonia, en la Plaza San Pedro, de canonización de Artémides Zatti, Patrono de Viedma, con la asistencia de la gobernadora de Río Negro, Arabela Carreras, el intendente de esta capital, Pedro Pesatti y una delegación con representantes argentinos y sacerdotes salesianos del centro y sur del país. El proceso de beatificación se inició en 1977 y en 2002 lo beatificó Juan Pablo II.
ARTÉMIDES ZATTI EL SANTO RIONEGRINO
Artemides Zatti nació en Boretto, en la provincia de Regio Emilia, el 12 de octubre de 1880, del hogar de Luis Zatti y Albina Vecchi, una familia granjera. Desde pequeño se acostumbró al trabajo y al sacrificio. Cuando tenía nueve años ya ganaba su dinero como mano de obra contratada.
Obligados por la pobreza, en 1897 la familia Zatti emigró a la Argentina estableciéndose para iniciar una nueva vida en Bahía Blanca. Allí Artemides empezó a asistir a la parroquia a cuyo cargo estaban los Salesianos y se convirtió en un ayudante del párroco, Padre Carlos Cavalli, con quien compartía a menudo el trabajo y la oración.
Sentía el deseo de ser Salesiano y fue aceptado como aspirante por el entonces Obispo Cagliero y, cuando cumplió veinte años se integró a la Comunidad en Bernal.
Empezó a estudiar con seriedad para recuperar el tiempo perdido. La Providencia le confió la atención de un joven sacerdote que estaba enfermo con tuberculosis y que murió entonces en 1902.
El día en que Artémides debía recibir su hábito, también él contrajo la enfermedad por lo que se le suspendió la ordenación. Cuando volvió a la comunidad salesiana, el Padre Cavalli lo envió al hospital de la misión en Viedma pero como coadjutor.-
El Padre Evaristo Garrone, con gran experiencia en ello, estaba a cargo del hospital y Artemides, junto con él, solicitó y obtuvo de María Auxiliadora la gracia de recuperarse, prometiendo dedicar su vida entera a la atención de los enfermos.
Se recuperó y mantuvo su promesa. Al principio empezó a ocuparse de la farmacia adjunta al hospital, donde aprendió como trabajaba el Padre Garrone: sólo aquellos que podían pagaban.
Cuando el Padre Garrone murió, él tomó la responsabilidad total. En 1908 hizo su profesión perpetua como coadjutor. Estaba completamente dedicado a los enfermos. La gente lo buscaba y lo admiraba. Para el personal del hospital él no era solamente un excelente director sino sobre todas las cosas, un excelente cristiano.
Así era como transcurría su día: “A las 4.30 ya estaba levantado. Meditación y Misa. Visita a los enfermos. Después salía en bicicleta a visitar a los enfermos en la ciudad que no podían trasladarse.
Después del almuerzo jugaba con entusiasmo un juego de bochas con aquellos que se estuvieran recuperando. Desde las dos a las seis de la tarde, visitaba nuevamente a los enfermos en el hospital así como también aquellos afuera del hospital.
Después hasta las 8 de la noche trabajaba en la farmacia. Luego de vuelta al hospital. Hasta las 11 de la noche estudiaba medicina y, finalmente, leía algo espiritual. Después iría a descansar pero siempre estaba a la orden para cualquiera que solicitara ayuda”.
Obtuvo su diploma de enfermero. En 1913 dirigió la construcción del nuevo hospital el que, muy a pesar suyo, fue demolido. Sin descorazonarse, empezó nuevamente. Como Don Bosco, la Providencia era el primer y seguro ingreso del balance que tuviera que hacer de sus obras.
María Auxiliadora nunca lo abandonó. Cuando Don Bosco soñaba con los Hermanos Salesianos, seguramente quería que ellos fueran tan santos como Artemides. En 1950 se cayó en la escalera y fue confinado a la cama.
Poco timpo después lamentablemente aparecieron algunas señales de cáncer y tuvo su último suspiro el 15 de marzo de 1951.
Juan Pablo II lo declaró Beato el 14 de abril de 2002. Su cuerpo descansa en la capilla de los Salesianos en Viedma.-
En mi familia, Gino De Pellegrin tuvo oportunida de conocerlo al concurrir a Viedma internado en el hospital de entonces para una intervención quirúrgica y siempre habló maravillas de un hombre sencillo y amable que nunca imaginó ni imaginamos sería este domingo… Santo en la Iglesia. (ROSL – 22 hs)