NUEVE DE CADA DIEZ CASOS DE PÉRDIDA DE VISIÓN SE PUEDEN PREVENIR O TRATAR
Nota de opinión de Palo Oribe (*): El Consejo Argentino de Oftalmología (CAO) quiere concientizar sobre que 9 de cada 10 casos de pérdida de la visión son evitables o tratables, por eso insisten en la recomendación de visitar una vez al año al oftalmólogo, sin esperar a tener síntomas para consultar.
La discapacidad visual afecta el desarrollo laboral, incrementa el riesgo de ansiedad y depresión, además de reducir la autonomía y producir aislamiento en adultos mayores. En el marco del Día Mundial de la Visión, que se conmemora el 12 de octubre, el Consejo Argentino de Oftalmología (CAO) remarcó la importancia de no esperar a desarrollar síntomas para realizarse chequeos de la vista.
De acuerdo con cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), hay en el mundo, al menos, 2.200 millones de personas con deterioro de la visión, aunque -como mínimo- en mil millones de personas esa discapacidad visual podría haberse evitado o todavía no se ha tratado. El jueves 12 de octubre se conmemoró el Día Mundial de la Salud Visual, por lo que el Consejo Argentino de Oftalmología (CAO), alineado con la Agencia Internacional para la Prevención de la Ceguera (IAPB, por su sigla en inglés), quiere aprovechar para concientizar sobre la importancia de la consulta oftalmológica anual, o con la periodicidad que sea necesaria, para prevenir o tratar enfermedades que puedan ocasionar pérdida de la vista.
“Durante toda la vida, desde el recién nacido hasta el anciano, el control oftalmológico anual ayuda a prevenir, detectar y tratar a tiempo las enfermedades de la vista que podrían ocasionar pérdida de la visión y afectar severamente la calidad de vida”, afirmó la Dra. Adriana Tytiun, integrante del CAO.
“La vista es algo que damos por sentado, pero, sin ella, nos cuesta aprender, caminar, leer, participar en la escuela, trabajar y conectarnos con el entorno. Todos, si vivimos lo suficiente, experimentaremos al menos una afección ocular a lo largo de la vida que requerirá una atención adecuada”, sostuvo el Dr. Nicolás Garcés, integrante del CAO.
La discapacidad visual puede afectar gravemente la vida de la población adulta, reduciendo posibilidades laborales e incrementando tasas de depresión y ansiedad. Además, supone una enorme carga económica, ya que se calcula un costo anual mundial de US$ 411.000 millones solo en términos de pérdida de productividad.
En adultos mayores, puede contribuir a la pérdida de autonomía, aislamiento social, dificultad para caminar, mayor riesgo de caídas y fracturas, y a más chances de ingreso temprano en residencias para ancianos.
“Enfermedades como la conjuntivitis y la sequedad ocular, aunque menos graves y transitorias, son motivos de consulta mucho más frecuentes. El paciente acude porque tiene síntomas y es entendible, pero es importante desarrollar la conducta de visitar al médico oftalmólogo preventivamente, sin síntomas, para poder evitar desarrollar otras enfermedades o detectarlas tempranamente, antes de que ocasionen daño irreversible.
Tanto el control de la visión como la prescripción de anteojos son actos médicos, y durante los exámenes de rutina se aprovecha para revisar todo el sistema visual y detectar a tiempo posibles y potenciales enfermedades de la vista. Si las personas compran anteojos en la calle, la óptica o la farmacia, sin la adecuada examinación de los ojos, pierden la posibilidad de acceder a la detección de patologías de la vista que pueden ser irrecuperables”, sostuvo el Dr. Javier Casiraghi, integrante del CAO.
La discapacidad visual es casi cuatro veces más frecuente en personas de bajos recursos que viven en zonas alejadas de los centros urbanos. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) sostiene que, para revertir esta situación, se necesita aumentar el acceso a los servicios de atención oftalmológica fortaleciendo los servicios públicos en las áreas más carenciadas de cada país.
“Es imposible desentenderse de la situación que atraviesa nuestro país y, en particular, el sector de la salud, pero igualmente es preciso que entendamos el costo humano y económico de desatender estas patologías y tomemos medidas en consecuencia, pues es mucho más costoso rehabilitar que educar, prevenir, detectar y tratar enfermedades de la vista”, advirtieron desde el CAO.
A nivel global, las principales afecciones que causan el deterioro de la visión distante, o ceguera, son cataratas (94 millones), errores de refracción (88,4 millones), degeneración macular relacionada con la edad (8 millones), glaucoma (7,7 millones) y retinopatía diabética (3,9 millones).[6] La afección principal que causa el deterioro de la visión cercana es la presbicia (826 millones).
La retinopatía diabética es causada por el exceso persistente de azúcar en sangre, que va dañando lenta -pero progresivamente- pequeños vasos sanguíneos en distintas partes del cuerpo, incluidas la retina y/o la mácula, dos áreas internas del ojo.
La diabetes afecta a cerca de 1 de cada 10 argentinos y, después de 20 años con la enfermedad, se considera que el 90% de las personas con diabetes tipo 1 y el 60% de las que tienen diabetes tipo 2 desarrollarán alguna forma de retinopatía, fundamentalmente quienes no hayan logrado sostener el mejor control posible de la enfermedad.
El glaucoma es la primera causa de ceguera irreversible en el mundo, pero es evitable. Se estima que afecta en Argentina a un millón de personas y que la mitad no lo sabe. Puede desarrollarla cualquiera, pero es más frecuente en mayores de 40 años, personas con familiares directos que tienen glaucoma, personas con diabetes, miopía o hipermetropía, quienes hayan sufrido traumatismos en los ojos o que usen o hayan usado corticoides.
Algo que tienen en común la retinopatía y el glaucoma es que pueden detectarse rápidamente en un control oftalmológico, antes de que la persona desarrolle síntomas o pérdida de la visión. “Por eso es vital realizarse controles de la vista, porque realmente puede cambiar el pronóstico de enfermedades como éstas, que son graves, frecuentes y que pueden pasar desapercibidas durante años.
Con el diagnóstico a tiempo y el tratamiento adecuado, muchas personas podrán continuar llevando una vida normal y evitar discapacidad”, concluyeron los especialistas.
(*) Pablo Oribe de y para JM Oribe Comunicaciónes