CHARLES JOUGHIN, EL PANADERO DEL TITANIC, FUE EL ÚLTIMO SOBREVIVIENTE EN ABANDONAR EL BARCO
Dijo haberse salvado por estar bebido. En la película Titanic, de James Cameron, hay una escena que fue eliminada del montaje final en la que se ve a un miembro de la tripulación, interpretado por el actor irlandés Liam Touhy, quien botella en mano y medio borracho lanza al mar todas las tumbonas que va encontrando por cubierta para que los pasajeros sin sitio en los insuficientes botes puedan mantenerse a flote esperando rescate.
Se trata de algo que ocurrió realmente; lo hizo el jefe de panadería, que previamente había rechazado ponerse a salvo en uno de los botes y pasa por haber sido el último superviviente en abandonar el barco. Se llamaba Charles John Joughin. Nació en una familia de cuatro hermanos y dos hermanastros en 1878, en Patten Street, una calle de Birkenhead, villa del distrito metropolitano de Wirral, Merseyside, que hasta 1974 formó parte del condado de Cheshire.
Es una localidad ubicada sobre una península de la ribera occidental del río Mersey, rodeada por la llamada Great Float, una masa de agua formada por la entrada de marea natural y donde se situaban dos grandes muelles en los que en 1879 se probó el Resurgam, uno de los primeros submarinos de la época victoriana, que funcionaba con un motor de vapor (y que terminaría hundiéndose; una réplica decora hoy el lugar).
Podría decirse que Joughin estaba destinado a un oficio marinero. No śolo por el entorno en el que vino a este mundo sino también porque su padre, John Edwin, que estaba casado con la enfermera Ellen Crombleholme y era recaudador de impuestos, no pudo impedir que su hijo se enrolara en un barco con tan sólo once años de edad, igual que dos de sus hermanos lo hicieron en la Royal Navy.
Fue después de trabajar un tiempo en un restaurante (el trabajo infantil estaba permitido entonces), razón por la cual su cometido a bordo fue de aprendiz de panadero. Fue subiendo en el escalafón y tras varios años llegó a ser jefe de panadería en la White Star Line.
Era ése el nombre comercial de la Oceanic Steam Navigation Company, una de las navieras más importantes del mundo. Joughin sirvió en varios barcos, como el Majestic o el Teutonic, pero fundamentalmente en el RMS Olympic, un transatlántico que fue el primero de la clase homónima que debía completarse con dos gemelos, el RMS Titanic y el HMHS Britannic, aunque a diferencia de éstos tuvo una vida operativa más larga (como veremos, el primero naufragó en su primera singladura en 1912 y el segundo se hundió al chocar con una mina alemana en 1914), haciendo su viaje inaugural en 1911 y siendo dado de baja en 1935.
En abril de 1912 Joughin fue destinado al Titanic como victualler, encargado del aprovisionamiento del buque, realizando la travesía de entrega desde Belfast hasta Southampton. Al arribar firmó un nuevo contrato como jefe de panadería de a bordo, pagado con un buen salario de doce libras esterlinas mensuales, lo que le venía muy bien porque para entonces ya había formado una familia: en 1906 había contraído matrimonio en Liverpool con Louise Woodward, un año más joven que él, natural de la isla de Man e hija de un mayordomo de barco. En 1907 y 1909 tuvieron una hija y un hijo, llamados respectivamente Agnes Lillian y Roland Ernest.
El panadero dijo que en aquel momento final tuvo la sensación de caer por el hueco de un ascensor pero que, no obstante, se había deslizado en el agua suavemente, sin ser succionado por el barco hacia el fondo, hasta el punto de que apenas llegó a mojarse la cabeza. Está considerado el último en abandonar la nave -o, al menos, el último conocido y que sobreviviera- porque habría tomado contacto con la superficie marina al mismo tiempo que la popa desaparecía bajo ella.
Según su declaración logró mantenerse a flote dos horas y evitó la congelación gracias a la generosa cantidad de alcohol que había ingerido y que siguió tomando, ya que llevaba dos botellas de whisky consigo.
Es un testimonio controvertido y considerado fantasioso por muchos porque, por regla general, beber no reduce el riesgo de hipotermia sino que lo incrementa. Sin embargo, parece ser que eso es al aire helado, pero en algunos casos, dentro del agua, puede ralentizar la pérdida del calor corporal; el panadero sería, pues, una de esas excepciones y quizá le ayudó también su escasa estatura, pues apenas pasaba de un metro sesenta.