LA FAMILIA SALESIANA Y TODA LA IGLESIA CELEBRAN AL RIONEGRINO SAN ARTÉMIDES ZATTI EN TODO EL MUNDO

Cerca de doscientas personas de la familia salesiana, provenientes de toda Roma, de Italia e incluso de otros países, se reunieron el miércoles 13 de noviembre, memoria litúrgica de san Artémides Zatti, en la comunidad salesiana del Sacro Cuore, que alberga la Sede Central de la Congregación Salesiana, y recordaron la figura, la santidad y las enseñanzas de vida del «pariente de todos los pobres».
Hoy en todo el mundo habrá misas celebrativas y en nuestro caso, en la Iglesia Catedral habrá Misas a las 11 y a las 20 hs. En la sede de a Congregación la celebración, realizada poco más de tres años después de la inscripción del enfermero salesiano en el catálogo de los santos (9 de octubre de 2022), comenzó a media tarde, con un rosario animado, a cargo de salesianos coadjutores de diversa procedencia.
Posteriormente, en la basílica del Sagrado Corazón se llevó a cabo el evento central del día: la celebración eucarística en honor a san Artémides Zatti. La ceremonia fue presidida por el rector mayor emérito, y concelebrada por unos cincuenta salesianos, entre ellos los miembros del Consejo General.-
En la homilía, el cardenal salesiano comenzó recordando su vínculo directo con el santo enfermero, desarrollado durante sus años de servicio como inspector en la Argentina, donde pudo conocer de cerca los lugares, los testimonios y, sobre todo, la herencia espiritual de Zatti. Luego, el rector mayor emérito destacó tres aspectos del santo salesiano coadjutor a seguir como ejemplo, especialmente para los consagrados.
En primer lugar, recordando su historia de vida y vocacional y su deseo inicial de ser sacerdote, a imitación de su padre espiritual, subrayó su capacidad para discernir y abrazar con decisión la voluntad de Dios. «Dios nos conduce en la vida con sus planes y su mirada por caminos inesperados», añadió el cardenal Artime, observando cómo la experiencia de trastocar los propios planes que vivió Zatti es algo que todos experimentamos tarde o temprano en la vida; pero la elección de seguir o no los planes de Dios determina la plenitud de una vida: «También podemos seguir nuestro propio camino, pero no será el camino de la plena felicidad».
El segundo rasgo resaltado de la experiencia espiritual de Zatti fue su completa confianza en Dios, incluso en su madurez, cuando el obispo ordinario de Viedma, salesiano, ordenó el cierre del hospital en el que Zatti había trabajado durante años, para dar lugar a la nueva catedral diocesana. Fue algo muy difícil de soportar para Zatti, pero, incluso en esa ocasión, supo vivir la experiencia con una mirada de fe. «¡Solo en la fe se pueden encontrar respuestas!». A partir de aquí, el cardenal salesiano hizo un llamado específico: «¿De qué sirve nuestra vida de consagrados, si no es para testimoniar al mundo la felicidad de confiar en los planes de Dios?».
El tercer elemento fue el espíritu de comunidad encarnado por Zatti: él, que tenía muchas obligaciones y actividades, que visitaba a los pobres y a los enfermos, tanto en el hospital como muchas veces también en sus casas, que habría tenido todas las razones para desentenderse, «tenía grabado a fuego en el corazón que para él la vida como salesiano y con la comunidad era algo muy valioso. Fue un modelo de vida salesiana también en su elección por la comunidad».
El enfermero de todos los pobres fue proclamado santo y es celebrado en todas las misas del mundo como el Santo enfermero de los más pobres. Fue reconocido por el Papa Francisco por su labor en la Patagonia al servicio de las personas necesitadas durante la primera mitad del siglo XX, en una ceremonia en la que convocó a no separar el mundo «en buenos y malos» y a superar «muros de división».
Zatti, nacido en Boretto (Regio Emilia, Italia) el 12 de octubre de 1880, vivió en la Argentina desde 1897 hasta su muerte en 1951, en donde desarrolló una carrera como enfermero que lo acercó a los más pobres a partir de su incorporación al movimiento de los Salesianos de Don Bosco.
Zatti, quien había sido declarado beato por Juan Pablo II en 2022, fue canonizado luego de que se reconociera el milagro logrado a través de su intercesión en la curación de un hombre que sanó de un «ictus isquémico cerebeloso derecho, complicado con lesión hemorrágica voluminosa», en agosto de 2016 en Lipa, Filipinas.
Para Francisco, «el hermano salesiano Artémides Zatti fue un ejemplo vivo de gratitud», según afirmó durante la homilía en la misa en la que inscribió al «pariente de todos los pobres» como un nuevo santo .
«Curado de la tuberculosis, dedicó toda su vida a saciar las necesidades de los demás, a cuidar a los enfermos con amor y ternura. Se dice que lo vieron cargarse sobre la espalda el cadáver de uno de sus pacientes», recordó Jorge Bergoglio al canonizar a Zatti.
En ese marco, la biografía oficial de Zatti divulgada hoy por el Vaticano lo recuerda como alguien que «para atender a los enfermos en su domicilio recorría la ciudad en bicicleta e, incluso, cruzaba Río Negro para llegar a Patagones».
“Se dice que lo vieron cargarse sobre la espalda el cadáver de uno de sus pacientes. Lleno de gratitud por lo que había recibido, quiso manifestar su acción de gracias asumiendo las heridas de los demás”, continuó el Santo Padre.
“Y entonces dejamos de dividirnos en base a los méritos, a los papeles que desempeñamos o a cualquier otro aspecto exterior de la vida; y caen así los muros interiores, caen los prejuicios. Así, finalmente, nos redescubrimos como hermanos”.
«Recemos para que estos santos hermanos nuestros nos ayuden a caminar juntos, sin muros de división; y a cultivar esa nobleza de espíritu tan agradable a Dios que es la gratitud», llamó luego el pontífice.
Al término de la misa, el encuentro incluyó un momento de compartir diversas experiencias, en el que varios oradores, con diferentes enfoques y examinando varios aspectos, contaron qué les inspiró san Artémides Zatti.
A través de sus aportes, los distintos testimonios permitieron descubrir algunas realidades de este «santo de toda la familia salesiana». La velada festiva finalizó con un ágape fraterno.









