¿TUVO COVID? UNA DE LAS CONSECUENCIAS ES LA CARDÍACA
“Con los datos que tenemos a nivel mundial se sabe que uno de cada diez pacientes que sufre COVID puede tener alguna forma de inflamación cardiaca”, opina el médico cardiólogo Juan Pablo Costabel (MN 119.403) quién señaló que, además, “se sabe que aquellos que tienen más chances de padecerla son quienes tienen formas graves de COVID, en los que el proceso inflamatorio es mayor”.
El jefe de la Unidad Coronaria e Internación del ICBA Instituto Cardiovascular recomendó que “la ocurrencia de estos eventos obliga a que todos los pacientes que sufrieron COVID tengan una evaluación cardiovascular previo a su iniciación deportiva”.
Y tras precisar que esa evaluación “debe incluir un ecocardiograma, un holter de electrocardiograma y un eco estrés con ejercicio”, el profesional sostuvo que “son los estudios básicos para evaluar el estado cardiaco que regularmente debiera hacerse una persona, a los que se le agrega el holter para descartar arritmia post COVID”.
“Las arritmias pueden requerir tratamientos transitorios o permanentes, lo que no sabemos aún es cuánto dura en el tiempo esa inflamación cardiaca; por ahora no impresiona que vayan a dejar lesiones duraderas”, destacó Costabel, para quien “si en el chequeo se detecta alguna inflamación cardiaca requiere seguimiento”.
“Algunas arritmias sólo requieren control, otras tratamiento farmacológico, pero en general el pronóstico es bueno -predijo Costabel-. Con tratamiento y controles el paciente puede reinsertarse en su actividad deportiva de rutina; el problema es hacerlo sin saber que se sufre esa condición”.
Y concluyó: “La gente no debe alarmarse, más bien saber que existe esta posibilidad y consultar; es un ejemplo más de la necesidad de realizarse chequeos cardiovasculares”.
Si hay un síntoma de la infección por SARS-CoV-2 que podría decirse que se subestimó es la pérdida del olfato y/o el gusto, que si bien fueron de gran ayuda para diagnosticar muchos casos que sólo presentaban esa manifestación, al no implicar riesgo de vida no se le dio mayor importancia.
Sin embargo, con el correr del tiempo, muchas son las personas que a meses de haber recibido el alta médica, acarrean este síntoma, que hasta en algunos casos viró de anosmia a fantosmia, que es lo que ocurre cuando la persona percibe un olor que en realidad, no está presente en el ambiente en que se encuentra.
“Lo primero que se hace es escuchar al paciente y acompañarlo ya que por lo general viene muy frustrado a causa de lo que le pasa, y explicarle acerca de la importancia de su sentido del olfato y de su compromiso con el tratamiento ya que la rehabilitación requiere mucho de parte suya”, comenzó a explicar a INFOBAE la médica otorrinolaringóloga Stella Maris Cuevas (MN 81701), quien es experta en olfato, alergista y expresidenta de la Asociación de Otorrinolaringología de la Ciudad de Buenos Aires (AOCBA).
En una primera consulta, según señaló, recomienda al paciente “dejar la casa en blanco en cuanto a olores, esto es, no usar aromatizantes de ambiente, suavizante para la ropa, en cuanto a su higiene personal evitar todos los productos que pueda, estar muy atento al momento de cocinar para evitar accidentes domésticos, etc”. En ese interrogatorio, además, se descarta si no hay un componente alérgico, rinitis, etc que pueda estar interfiriendo en el olfato de esa persona.
“Una vez hecho eso, lo primero es indicar un tratamiento de solución salina hipertónica para que se limpie la mucosa nasal y ésta adquiera su funcionalidad -sostuvo Cuevas-. También se indica la administración de fármacos neuroregeneradores, antioxidantes y complejos multivitamínicos”.
En ese punto, el estudio que la especialista indica es la olfatometría, “que es lo que va a definir en qué punto está la persona y permite objetivar lo que el paciente manifestó en la consulta”.
“En base a eso se abre otro abanico para dar inicio al tratamiento propiamente dicho, en el que una pata esencial es la rehabilitación, que consiste en que el paciente huela de a un olor por vez según lo que arrojó la olfatometría y siempre bajo la guía del especialista”, puntualizó.
Y tras asegurar que “los tratamientos son personalizados y acordes a las necesidades de cada paciente”, Cuevas resaltó que ella no aconseja pedir estudios como resonancia magnética o tomografía computarizada.
“Resonancia se pide en los traumatismos que dan anosmia repentina como ocurre con el COVID, pero en esos casos es para evaluar si se produjo alguna interrupción a nivel nervioso que impide que el olor llegue al cerebro, pero indicar este estudio en este caso es en vano porque lo que va a arrojar es que está inflamado el bulbo olfatorio y eso ya lo sabemos -destacó-.
El pedido de tomografía tampoco se justifica, excepto en pacientes que desconocen que tienen un cuadro de alergia y el especialista sospeche que algo de esa índole pueda estar interfiriendo en la recuperación del sentido del olfato”.