ENCUENTRAN TUMBAS MEROVINGIAS Y BAJO ELLAS, SARCÓFAGOS ROMANOS
Ubicada en la rue Michelet, cerca de la imponente catedral de Saint-Bénigne en Dijon, la iglesia de Saint-Philibert no es solo un lugar de culto, sino también un testigo silencioso de siglos de historia y evolución arquitectónica. Su pasado, marcado por intervenciones humanas y transformaciones naturales, revela los vestigios de épocas que abarcan desde la Antigüedad tardía hasta el período moderno.
A pesar de su carácter histórico, Saint-Philibert no ha estado exenta de deterioro. En los siglos XVIII y XIX, el almacenamiento de sal en sus instalaciones dejó una huella dañina, impregnando el suelo con cloruros que lentamente ascendieron por las estructuras a través de la capilaridad.
En la década de 1970, la instalación de una losa de hormigón calefactada exacerbó el problema al atrapar los restos de sal en el suelo, intensificando su impacto en las piedras y pilares del edificio. Aunque la losa fue demolida y se implementaron diversas medidas de mitigación, los daños —como el estallido de las piedras— persisten, desafiando los esfuerzos de conservación.
Saint-Philibert, fundada en la segunda mitad del siglo XII, destaca como un ejemplo sobresaliente del arte románico en Borgoña. A lo largo de los siglos, su diseño evolucionó con la adición de elementos arquitectónicos notables: un porche del siglo XV modificado en el XVII, un campanario rematado por una majestuosa aguja del XVI y capillas laterales en el lado norte construidas en el XVIII.
El suelo de la iglesia y sus inmediaciones han servido como lugar de descanso final para generaciones de habitantes de Dijon. Excavaciones recientes en la nave revelaron inhumaciones en ataúdes de madera, datadas entre los siglos XIV y XVIII, dispuestas en alineaciones este-oeste. Los cuerpos, principalmente adultos, fueron enterrados con sencillez, envueltos en sudarios, y acompañados de pocas ofrendas, como monedas y rosarios.
En el transepto, se descubrió un antiguo osario del siglo XV o XVI, donde los restos de los difuntos eran reorganizados para dar espacio a nuevas inhumaciones. Aún más atrás en el tiempo, las excavaciones identificaron tumbas a dalles —bloques de piedra— correspondientes a los siglos XI al XIII, conectando el lugar con una comunidad cristiana temprana que coexistió con la construcción de la iglesia actual.
Antes de la construcción de la actual iglesia románica, el lugar albergó al menos dos estructuras eclesiásticas más antiguas. Descubrimientos realizados en 1923 incluyeron una abside atribuido al siglo XI, alrededor de la cual se encontraron tumbas que indican la existencia de un cementerio contemporáneo a esta iglesia.
El descubrimiento más reciente, sin embargo, es aún más sorprendente. Bajo los cimientos del siglo XI, se hallaron muros construidos en opus spicatum —una técnica característica de la Alta Edad Media— que sugieren la presencia de una iglesia primigenia, posiblemente del siglo X.
Además, las excavaciones sacaron a la luz una serie de sarcófagos que datan de la Antigüedad tardía y el período merovingio (siglos VI al VIII). Estos relicarios de piedra fueron colocados sobre otros aún más antiguos, pertenecientes al final del Imperio Romano. Uno de ellos destaca por su tapa esculpida, una rareza que subraya la importancia del lugar como un centro de enterramiento de élite. (LBV)