EXHUMAN CUERPO INCORRUPTO DE RELIGIOSA FUNDADORA EN EE.UU
Cientos de peregrinos visitaron un monasterio de monjas benedictinas en la zona rural de Missouri (Estados Unidos), luego de que se difundiera la semana pasada la noticia de que los restos recientemente exhumados de su fundadora parecen estar incorruptos. El cuerpo de la religiosa se retiró de un simple ataúd de madera luego de cuatro años de su fallecimiento.
La hermana Wilhelmina (Guillermina) Lancaster, OSB, fundó la Congregación de las Hermanas Benedictinas de María, Reina de los Apóstoles —más conocidas por sus álbumes de canto gregoriano y de himnos católicos clásicos— en 1995, a la edad de 70 años. Para fundar su propia congregación, la religiosa optó por dejar su comunidad, las Hermanas Oblatas de la Providencia, donde estuvo por 50 años.
Conocida por su devoción a la Misa tradicional en latín y su fidelidad a la contemplación benedictina y a la Liturgia de las Horas, la hermana Lancaster murió a los 95 años el 29 de mayo de 2019, en la Solemnidad de la Ascensión.
Aproximadamente cuatro años después, en la Solemnidad de la Ascensión de este 2023, la abadesa y las hermanas decidieron trasladar su cuerpo a un sitio de descanso final dentro de la capilla de su monasterio, una costumbre de larga data para los fundadores de una congregación.
Esperando encontrar sólo huesos, las hermanas benedictinas desenterraron el ataúd y encontraron un cuerpo aparentemente intacto, a pesar de que no estaba embalsamado y de que el féretro tenía una grieta en el medio que habría dejado entrar la humedad y suciedad durante esos cuatro años.
“Creemos que es la primera mujer afroamericana en ser hallada incorrupta”, declaró el 20 de mayo la actual abadesa de la comunidad, la Madre Cecilia, OSB, al Grupo ACI de EWTN. Como directora del monasterio, su papel era examinar primero lo que había en el ataúd.
El cuerpo estaba cubierto por una capa de moho que había crecido debido a los altos niveles de condensación dentro del ataúd agrietado. A pesar de la humedad, poco de su cuerpo y nada de su hábito se habían desintegrado durante los cuatro años.
La conmoción fue instantánea para la comunidad que se había reunido para exhumarla. “Pensé que había visto un pie completamente intacto y me dije: ‘¡no he visto eso!’. Así que volví a mirar con más cuidado”, indicó la abadesa.
Después de mirar de nuevo, gritó en voz alta: “¡Veo su pie!”. Por su parte, la comunidad “simplemente aplaudió”, agregó. “Me refiero a que sólo había esa sensación de que el Señor lo estaba realizando. En este momento necesitamos esperanza. La necesitamos. Nuestro Señor lo sabe. Y ella nos había dado un gran testimonio de esperanza, y de fe y de confianza”, subrayó.