LOS DISCURSOS DE ODIO Y LAS ENSEÑANZAS DEL HOLOCAUSTO

Nota de opinión del Centro Ana Frank de Argentina (*): En un mundo globalizado, los conflictos se expanden y afectan a todos los rincones del planeta. Vivimos una etapa de retroceso en los Derechos Humanos. Después de décadas de avances, ahora somos testigos de una disminución de derechos. Los migrantes están cada vez más amenazados, y lo que parecía un progreso en los derechos de las mujeres y las personas LGTBQ+ se ve hoy amenazado por discursos xenófobos y homofóbicos que generan adhesión en diversos sectores de la sociedad.
Nos interesa reflexionar sobre quiénes generan estos discursos de odio y cómo logran obtener respaldo en la sociedad. El problema no es solo quién los produce, sino por qué hay tantas personas que los multiplican y los difunden.
Desde el Centro Ana Frank nos dedicamos a enseñar las atrocidades del Holocausto con el objetivo de extraer lecciones sobre cómo los modelos de odio y discriminación utilizados durante esa época han sido replicados por criminales, genocidas y líderes políticos en diversas partes del mundo. Este análisis nos permite comprender mejor las fracturas sociales actuales y sus posibles consecuencias.
Es esencial aprender del Holocausto para entender cómo sus perspectivas y estructuras fueron adoptadas en otros episodios de máxima destrucción. En el Centro, asumimos la responsabilidad de abordar los genocidios, las dictaduras en América Latina y los conflictos armados, así como cualquier experiencia vinculada a fracturas democráticas y la destrucción de la cultura de paz. Estos temas son parte fundamental de nuestro trabajo, ya que nos interpelan de manera directa.
Nuestro enfoque está orientado a comprender los fenómenos contemporáneos. Nos interesa analizar cómo los discursos de odio, la discriminación y la violencia se manifiestan en la actualidad. ¿Quiénes son las víctimas de estas persecuciones? ¿Quiénes impulsan los discursos de odio? Estos son los tres tiempos que trabajamos en el Centro: el Holocausto, los genocidios posteriores y los crímenes de lesa humanidad.
Es posible extraer de la historia lecciones que sigan siendo relevantes hoy. Al escuchar presentaciones sobre estos temas, es inevitable sentir angustia y malestar, pues nos enfrentamos a situaciones que, de alguna forma, ya hemos visto antes. ¿A dónde nos pueden llevar estos fenómenos si no aprendemos de la historia?
A lo largo de los años, hemos acumulado “diarios de los lunes”, reflejos de eventos que debemos analizar para entender los macro y microprocesos de odio. Los primeros se refieren a cómo las sociedades generan liderazgos que demonizan a otros para ganar capital político. Hoy, el discurso político es una herramienta clave para construir poder, y frecuentemente se orienta a demonizar a un enemigo, atribuyéndole poderes destructivos y presentándolo como una amenaza a la que hay que frenar.
Si tomamos los principios de Joseph Goebbels, ministro de propaganda del nazismo, descubrimos que muchos de los métodos de marketing político actuales siguen un patrón similar. Goebbels desarrolló 11 principios que, lamentablemente, parecen haber sido adoptados por muchos de los cultores del marketing político contemporáneo. El discurso de odio, a nivel macro, se alimenta del malestar social generado por las crisis. A menudo se utiliza para culpar a otros y justificar estrategias políticas que resultan siniestras.
Sin embargo, también nos interesa explorar la microexperiencia: el aula, el barrio, los vínculos interpersonales. ¿Cómo consumimos y reproducimos discursos demonizadores en nuestra vida cotidiana? ¿Cómo se naturalizan y qué podemos hacer para contrarrestarlos? Nos interesa reflexionar sobre cómo intervenir en estos microprocesos para disminuir los efectos negativos de los discursos de odio en la sociedad.
Una de nuestras consignas es: “Violencia, ni un poquito”. Sin embargo, muchas veces no estamos preparados para enfrentar la violencia y los discursos de odio con las herramientas adecuadas.
En la actualidad, las nuevas derechas europeas están ganando terreno. Cada vez es menor el pudor para utilizar la ideología nazi, y más quienes se presentan como representantes de esta ideología. Lo que antes hubiera sido inaceptable, hoy se normaliza en algunos sectores sociales. Nos preocupa especialmente el resurgimiento del antisemitismo, la islamofobia y los discursos que promueven liderazgos belicistas, que socavan los esfuerzos pacifistas.
Creemos firmemente en la pedagogía de la memoria como una pedagogía de la esperanza. Siempre hay caminos mejores por recorrer. Por eso, seguimos comprometidos con educar y reflexionar sobre cómo podemos intervenir para construir un futuro más justo y libre de odio.
(*) HÉCTOR SHALOM es Director del Centro Ana Frank Argentina para América Latina e integrante del Consejo Académico de la Diplomatura en Discursos de Odio y Libertad de Expresión.