MAIP MACROTHORAX EL ÚLTIMO RAPTOR DESCUBIERTO HASTA AHORA
La Patagonia es una tierra de gigantes. Prehistóricos, enormes, colosales, que vivieron hace millones de años, cuando los dinosaurios dominaban la tierra de lo que hoy es el Sur argentino. Todo el tiempo se multiplican los hallazgos. (en el dibujo la comparación con el hobre)
El último en salir a la luz es una nueva especie de carnívoro bautizado Maip macrothorax, un ejemplar de la familia de los megaraptóridos de casi diez metros de largo y cinco toneladas que marca un nuevo récord: es el más grande hallado de su tipo hasta el momento.
No solo eso, también ayuda a entender mejor cómo era ese universo de titanes, que se logra reconstruir de a un esqueleto a la vez.
«Es un sueño hecho realidad. Uno de chico siempre sueña con encontrar un dinosaurio de este tipo. Luego, ya de profesional, con publicarlo en un paper. Estoy cumpliendo un doble sueño». Quien lo cuenta es Mauro Aranciaga Rolando, paleontólogo becario doctoral del CONICET en el Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” (MACN). De apenas 29 años, tiene un doble mérito en esta historia: fue el autor del hallazgo y quien firma el paper que dio a conocer al mundo científico este descubrimiento.
Los megaraptóridos eran animales enormes. A diferencia de otros dinosaurios como el Tiranosaurio o el Giganotosaurus, estos bichos contaban con brazos de gran tamaño, que usaban para cazar a sus presas. Tenían garras en los dedos de hasta 45 centímetros y, estiman los investigadores, habrían sido muy ágiles a la hora de salir a cazar.
Los paleontólogos descubrieron que Maip tenía entre nueve y diez metros de largo y un peso de aproximadamente cinco toneladas. Para soportar ese peso, su columna vertebral estaba compuesta por enormes vértebras interconectadas por un complejo sistema de músculos, tendones y ligamentos, que el equipo pudo reconstruir a partir de observar una serie de rugosidades y estrías en sus regiones articulares.
Ese sistema, infieren los científicos, le permitía al animal mantenerse erguido sobre sus patas traseras mientras caminaba o corría.
El hallazgo de estas rugosidades no es habitual, lo que permitió a los investigadores reconstruir mejor cómo era la anatomía de esta familia de animales, de los cuales se hallaron ejemplares similares en Tailandia, Japón, Australia y Argentina.
Los paleontólogos ya tenían cierta información sobre la familia de los megaraptores: sabían, por ejemplo, que vivieron durante el transcurso del Cretácico. El primero de los hallazgos de este grupo de dinosaurios fue Megaraptor namunhuaiiquii, descubierto en 1996 por Novas en la provincia de Neuquén.
“Cuando tuve la fortuna de descubrir al primer megaraptor en Neuquén fue un impacto grande”, recuerda Novas, “porque se trataba de un enorme carnívoro que tenían manos provistas de garras de unos cuarenta centímetros de largo. Algo nunca antes visto.
Ninguno de ellos es tan grande como Maip. “Pertenecen a una familia cuyo esqueleto no era como el de un tiranosaurio, grande pero pesado, sino que eran animales ligeros. Es decir que sus huesos no eran macizos sino que presentaban una gran cantidad de huecos internos que los hacían mucho más livianos, algo así como un ladrillo hueco comparado con uno macizo», explica Mauro.
Sacar a Maip de la tierra no hubiese sido posible, según afirman sus descubridores, sin una dosis de pasión por el trabajo paleontológico. Encontrado en la Estancia La Anita, ubicada 30 kilómetros al suroeste de la localidad santacruceña de El Calafate, la campaña debió sortear varias dificultades: vientos fuertísimos, temperaturas bajo cero y una geografía que demandaba casi cuatro horas de trayecto en 4×4.
El primer hueso fue encontrado por Mauro en una campaña de 2019, mientras desenterraban los restos del Nullotitán, un coloso herbívoro del tipo de los cuello largo. Prometieron volver al año siguiente a seguir desenterrando al gigante.
El nombre de Maip fue elegido por Mauro. La elección tuvo que ver con que proviene de un ser maligno de la mitología Tehuelche que habita en la cordillera y mata usando el frío. Justamente, el hallazgo de Maip se produjo al sur de El Calafate, desde donde se aprecia la fastuosa Cordillera de los Andes, un lugar de temperaturas muy frías.