El Instituto de Oncología Ángel H. Roffo cumple sus primeros 100 años
Nota de opinión de Pablo Oribe (*): Este instituto, el primer centro oncológico de América Latina y segundo en el mundo, es el legado del Dr. Roffo y de su esposa, Helena Larroque. ¿Quiénes fueron estos pioneros de la oncología de la primera mitad del siglo 20?
Anualmente, alrededor de 100.000 personas son atendidas en este centro asistencial y cada mes se abren cerca de 190 nuevas historias clínicas de pacientes con diagnóstico oncológico.
Es una institución de referencia a nivel regional para el tratamiento del cáncer con tecnología de vanguardia y por ser un centro de investigación continua y de formación profesional.
El Instituto de Oncología Ángel H. Roffo (IOAHR), primer centro especializado en el estudio, diagnóstico y tratamiento del cáncer en Latinoamérica, celebra sus primeros 100 años de historia. Hoy continúa siendo líder en la atención de pacientes oncológicos y es un referente indiscutido en investigación y docencia.
“Desde sus inicios, y a medida que fue creciendo, se convirtió en un centro de alta complejidad y de derivación a nivel nacional, dedicado a la atención multidisciplinaria de pacientes oncológicos, por tener toda la tecnología asociada para el diagnóstico y tratamiento de enfermedades oncológicas”, afirmó el Dr. Adalberto Rodríguez, Director desde el 2012 del Área Técnica del IOAHR.
La obra emblemática del Dr. Roffo, “El Cáncer: una contribución a su estudio”, dio origen a la creación del instituto, tras ser presentada en 1912 ante la Academia Nacional de Medicina por el Dr.Daniel Juan Cranwell, otra eminencia de la medicina de nuestro país.
“La piedra fundamental del edificio se puso en 1914 en el terreno original de casi 4 hectáreas ubicado en Villa del Parque y cedido por la Facultad de Agronomía de la UBA. Comenzó a funcionar recién en 1922 como dispensario, bajo el nombre de ‘Instituto de Medicina Experimental’. Contó con dos inauguraciones, una de la Academia Nacional de Medicina y otra de la UBA, de quien depende hasta la actualidad”, relató la Dra. Roxana del Águila, directora del IOAHR.
Con el correr de los años, fue expandiéndose con aportes privados y recursosvotadosporel Congreso de la Nación. El predio hoy incluye 13 pabellones, donde se atienden por año alrededor 100.000 pacientes mayores de 16 años, con diagnóstico oncológico, y se abren cerca de 190 historia clínicas mensuales. El IOAHR cuenta con alrededor de mil trabajadores entre personal médico y no médico.
“Con frecuencia, el paciente viene por una segunda opinión, derivado de otro centro o por propia iniciativa. Es evaluado por los especialistas y se define su ingreso al instituto o se envía una nota referente a la derivación”, aclaró el Dr. Rodríguez. Dado que el instituto está dentro de los hospitales de gestión descentralizada, los pacientes sin cobertura de obra social o prepaga se hacen convenios con los diferentes municipios para ayudarlos.
Un siglo de avances en Oncología
Los cien años del Roffo coinciden con el siglo de los mayores avances de la medicina en toda la historia de la humanidad y, sin lugar a dudas, el instituto acompañó cada paso que dio la ciencia aplicada a la salud en materia de cáncer a través de investigación, docencia y aplicación de los diferentes abordajes terapéuticos que se fueron desarrollando en el mundo.
A grandes rasgos, los tres pilares de los tratamientos oncológicos son la cirugía, la terapia de rayos (radioterapia) y los medicamentos (quimioterapia, terapias dirigidas e inmunoterapia) y, aunque persisten necesidades insatisfechas en determinadas áreas de la oncología, los tres pilares han evolucionado a lo largo del tiempo, permitiendo mejores resultados terapéuticos, que se han traducido en larga sobrevida y una mejor calidad de vida.
De la mano de la tecnología, la cirugía en cáncer avanzó, modernizándose para ser más precisa y, por tanto, más efectiva, y menos invasiva, impactando menos en la calidad de vida y mejorando los tiempos de recuperación. Además, se han desarrollado fármacos para reducir el tamaño de determinados tumores y facilitar su extracción en aquellos sitios del cuerpo de difícil acceso.
Por su parte, la radioterapia -uno de los tratamientos más antiguos- sigue vigente y aún hoy se asocia a más del 50% de cura de los pacientes. Las primeras máquinas radiantes aparecieron en el siglo XX, tras el descubrimiento de los rayos X en el siglo anterior. Generaban grandes efectos adversos, pero se han ido mejorando y reduciendo significativamente sus consecuencias negativas.
El IOAHR posee un acelerador lineal de última generación (el primero disponible en una institución pública) y un equipo SPECT/CT, lo más avanzado en medicina nuclear, que permite un mejor seguimiento de diferentes tipos de tumores y sus metástasis, así como para la optimización de las dosis en los estudios de radioterapia.
El Roffo, en su tradición de encontrarse a la vanguardia de la investigación, integra un proyecto de protonterapia, que es la forma más avanzada de radioterapia, que utiliza haces de protones para el tratamiento de cáncer porque permite concentrar la entrega de la dosis terapéutica en el volumen tumoral, reduciendo los efectos secundarios sobre tejidos sanos.
“Es una iniciativa conjunta entre la Comisión Nacional de Energía Atómica, la Universidad de Buenos Aires, nuestro instituto y la empresa estatal rionegrina INVAP. La protonterapia es lo último que se conoce en esta materia, estamos sumamente entusiasmados y esperamos que el Centro Argentino de Protonterapia esté inaugurado en los próximos años”, resaltó el Dr. Pereira.
La quimioterapia es la otra estrella de la primera etapa de los tratamientos del cáncer. Apareció en la década del 50 y desde entonces se la mira de reojo por ser drogas que atacan tumores y tejidos sanos por igual, con elevada toxicidad y un impacto severo sobre el organismo, con efectos indeseables como la pérdida de cabello, malestares digestivos, pérdida de peso y una disminución grande de las defensas.
A pesar de parecer una estrategia desactualizada, los médicos saben cómo y cuándo utilizarla y sigue siendo una aliada en el tratamiento del cáncer, en ocasiones con muy buenos resultados.
En la última década hubo cambios notables de la mano de la tecnología y los avances en biología molecular. “La oncología moderna se basa en la personalización de los tratamientos, con significativamente mejores perfiles de seguridad.
Hasta hace relativamente poco, un cáncer de pulmón, por ejemplo, era considerado (y tratado) como una sola enfermedad, aunque hoy ya sabemos que en realidad existe un abanico amplio de subtipos a partir de las diferentes alteraciones genéticas que presentan los tumores, lo que determina estrategias terapéuticas igual de específicas.
Ese cambio de paradigma ha permitido lograr incrementos inimaginables en términos de años de vida ganados”, indicó el Dr. David Pereira, médico oncólogo y radioterapeuta del IOAHR.
Para que sea una realidad el abordaje personalizado, avanzó en paralelo el diagnóstico molecular, la técnica que permite determinar las alteraciones genéticas de los tumores. Además, hoy existe la biopsia líquida como alternativa a la tradicional, que en ocasiones puede ser algo invasiva para el paciente o no ser opción. Es una metodología más amigable, que seguramente se masificará en el futuro próximo.
También respecto del diagnóstico, el instituto se mantiene a la vanguardia de las últimas tecnologías y cuenta con el Mammi Breast PET (el primer equipo de alta precisión en América Latina), que permite discernir si determinadas lesiones muy pequeñas en las mamas son benignas o malignas.
Así como las terapias dirigidas representaron la revolución de la década pasada, en la actual lo está siendo la inmunoterapia, un abordaje innovador en el que el tratamiento estimula la respuesta inmunológica, un proceso que ya está en el organismo, para que contribuya a destruir al tumor.
¿Quiénes fueron Roffo y Helena Larroque?
El Dr. Roffo nació en Buenos Aires el 30 de diciembre de 1881 y murió el 23 de julio de 1947, unos meses después de su alejamiento del instituto. Fue profesorde la UBAentre 1912 y1935.
Sus teoríasinéditassobre la profilaxisdel cáncerdespertaron el interésgeneral. Fue uno de losprimeroscientíficosendemostrar el vínculo entre losalquitranesdel tabaco yla producción de tumores. Apartirde década del 30, se convirtió en un activista incansable en difundir sus descubrimientos y también fue pionero en comprobar la relación entre el cáncerylosrayosUV.
Recibió varios galardones internacionales, entre ellos el premio Guy Amerongen (Comité de la Liga Francesa Contra el Cáncer) y el Prix Barrante (Academia de Medicina de París). “Estuvo muy cerca de ganar el Premio Nobel en tres oportunidades, pero fue olvidado en el tiempo”, aseguró Dra. del Águila.
Cuando comenzó a trabajar en el instituto (que aún no llevaba su nombre) fue enviado a Europa junto a su mujer, Helena Larroque, quien fue coautora de gran parte de su labor. Allí se reunieron con personalidades destacadas de la ciencia, entre ellas Marie Curie, de quien Helena fue ayudante.
Aprendieron cómo funcionaban los pocos hospitales oncológicos que había en Alemania y Francia y sobre la utilización de laradiacióncon fines terapéuticos.
Cuentan que Helenita, como se la llamaba cariñosamente, estudiaba medicina y trabajó siempre a la par de Roffo, aunque enfermó un año antes de recibirse. Su gran tesón fue fundamental para lograr la apertura del instituto y ella creó en 1921 la Liga Argentina de Lucha contra el Cáncer (LALCEC).
“Era el alma del instituto. Una tarde, organizó un concierto en un hermoso jardín dentro de predio para que la gente de la zona se animara a ingresar, porque muchos creían erróneamente que el cáncer era contagioso. El cáncer era tabú, mucho más de lo que sigue siendo hoy”, reconoció la Dra. del Águila.
Dejó un gran legado, como la creación de la Escuela de Enfermería y llevó a cabo varias acciones de concientización. Parece mentira que, en 1922, Helena ya hablaba de la importancia de la prevención. “Nuestra lucha diaria es contra un enemigo invisible, pero previsible, y la mejor manera de combatir el cáncer es trabajando sobre la prevención y detección temprana en toda la Argentina”, expresaba.
“En estos primeros 100 años, el Instituto de Oncología ‘Ángel H. Roffo’ se mantuvo fiel a su propósito de investigar y educar sobre cáncer y es un orgullo que tenemos que saber cuidar y hacer crecer, como lo es la salud pública y todo lo que ésta representa para nuestro país”, concluyeron desde la institución.
(*) Pablo Oribe de y para JM Oribe comunicaciónes