INTRÉPIDOS BOMBEROS PARA DEMASIADA ESTUPIDEZ E IMPREVISIÓN ÍGNEA
Nota de opinión de Roberto Fermín Bertossi (*): Valientes mujeres, hombres y jóvenes cordobeses, enfundados en corroídos trajes de bomberos voluntarios y trasladados en un exiguo parque vehicular, se están jugando su vida en cada “gesta ígnea”, batallando en desigualdad de condiciones contra los fuegos que cíclica pero cada vez más ferozmente, afectan a distintas regiones provinciales.
En efecto, admirables y heroicos bomberos, combaten sin concesiones múltiples y diversos focos activos de incendios forestales en toda la provincia de Córdoba; no solamente en sus serranías.
Otra vez, durante ya casi dos semanas, nuestros magnánimos bomberos vienen trabajando a destajo y sin pausa, con todo arrojo personal para sofocar incendios (espontáneos, culposos y dolosos) en categoría creciente de fenómenos ígneos intratables que, como señalamos afectan distintas regiones provinciales; muchas veces por estupideces personales en tanto otras, por descontroles, imprevisiones y corrupciones gubernamentales traducibles en desatinadas e impropias autorizaciones para desarrollos inmobiliarios, agrícolas, etc.
Al pensar esta nota me pareció oportuno poner de relieve la grave desconsideración con dichos bomberos voluntarios, concretamente dada su disponibilidad absoluta, su peculiar arrojo, valentía y heroísmo, su noble temperamento, grandeza de espíritu y generosidad sin intermitencias ante cada incendio, todo lo cual habla también de nuestras mezquindades e ingratitudes sociales como de cierta indignidad civil y conciudadana que hemos naturalizado.
Ojalá empecemos a darnos cuenta que todas esas personas, bomberos voluntarios, se están jugando su vida en cada “gesta ígnea” batallando en desigualdad de condiciones – sin equipamientos, pertrechos, logística apropiada ni recursos suficientes-, para enfrentar con hidalguía sin par, cada incendio provincial, urbano y rural.
Un detalle: en Córdoba durante poco más de las últimas dos décadas, ya se quemaron por los incendios más de un millón de hectáreas habitadas, habitables, cultivables, serranías, viviendas, cabañas y tal, sin mencionar la ignominiosa y culposa mortandad de animales, flora, fauna, etc.
Los titulares de semejantes destrato públicos y privados, son al fin y al cabo quienes, magnánimamente, están logrando en la medida de lo imposible, salvar vidas, fauna, biodiversidad, recursos naturales (vg., flora, biomas, biósfera, etc.) y hasta propiedades o bienes ajenos…
Más aún, la implícita influencia de valores y actitudes ejemplares de nuestros bomberos voluntarios sobre la conducta y el comportamiento humano en la sociedad, es definitivamente elocuente pero aún invalorable.
A todo esto, ¿qué más hace falta que hagan, ofrenden y demuestren nuestros Bomberos para activar con trámite exprés la legislación necesaria, apropiada y suficiente para prevenirlos, formarlos, equiparlos, viaticarlos diariamente, para remunerarles mensualmente y asegurarles un retiro decoroso (no como el actual) para cada uno de estos ciudadanos que trabajan en condiciones cada día más extremas e inmanejables?
Se trata de hombres, mujeres y jóvenes que dejan sus familias, tareas, comercios, estudios, redes o talleres, etc. (¿… lucro cesante?) para combatir las llamas… ¡cuándo, cómo, dónde y hasta que sea necesario!
¿Cuántos bomberos en algún cumpleaños, festejo o adversidad familiar, nochebuena o año nuevo, en lugar de pasarla con sus familias y amigos –en ocasiones enfermos-, tienen que estar en la línea de combate o del frente ígneo, trazando creativos contrafuegos, para conservarnos a salvo de otro incendio o de su propagación?
Su servicio ya debiera de ser reconocido, su sacrificio no puede ser ignorado. Obviamente, necesitan y merecen alto trato y meritoria compensación regular. La provincia, la nación, los municipios, cooperativamente, debe proporcionárselas, ¡ahora!
Lo cierto es que todos estamos admirados, conmovidos, asombrados y orgullosos de nuestros bomberos voluntarios cordobeses, pero con eso, con discursos, medallas, diplomas y aplausos; ¡no alcanza!
Despropósito paradójico que, siendo imposible contrastar el accionar inapreciable de nuestros bomberos voluntarios con los escándalos e inutilidad incesante de una privilegiada e inútil dirigencia política, por ahora, las cosas aún son ¡cómo no deberían ser!
Por último, toda conciencia de ciudadanía como virtud cívica debe motivar nuestras responsabilidades y deberes tanto personales, como profesionales y comunitarios. Esta, y no otra, es la mejor garantía de la consagración de los derechos, como emanación natural del entrecruzamiento de los deberes mancomunados de todos.
Ese es el horizonte de una civilización cooperativa de sujetos éticos para la cual, en este caso, el cabal reconocimiento y generoso equipamientos y remuneración de nuestros bomberos, no debe esperar; naturalmente, ello sin perjuicio de transformar, modernizar (vg. satelitales, drones, reaprovechamiento de la energía solar y eólica, estratégicos cuerpos de vigilancia y prevención ígnea, etc.) y empoderar con premura, eficientes gestiones de programas contundentes y sostenibles para la prevención, extinción y eficaz manejo integral del fuego, en términos permanentes e inmediatos; porque finalmente todo esto, nada tiene ni de efeméride ni de exequias.
(*) Roberto Fermín Bertossi – Experto CoNEAU para el Cooperativismo